viernes, 31 de agosto de 2007

un cielo abierto - primer festival latinoamericano de poesía



cielo abierto

I festival latinoamericano

de poesía


Barranca-Perú



Presentación


No hay que ser muy observador para darse cuenta que el Perú es un País que vive agónicamente en una larga enfermedad. El Centralismo (Lima) y más al saber que toda actividad artística o académica tiene que desarrollarse en la Capital, he aquí el propósito de un Grupo de Jóvenes estudiantes universitarios y escolares de organizar un evento cultural que albergue a muchas Ciudades del País (Ica, Cusco, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, Cajamarca, Piura, Ucayali, Barranca, Rioja, Huaraz, Cañete y Lima) y más aún teniendo como invitados a los países de (México, Chile y Guatemala), un evento que forme las bases para un desarrollo descentralizador en favor al pueblo y su vida en común, esto es el Primer Festival Latinoamericano de Poesía CIELO ABIERTO, festival que tiene como fundamento de existencia la mezquindad poética y cultural de la urbe Limeña hacia la Provincia, hacia el pueblo soñado por un maestro, José M. Arguedas (en Los Zorros de Arriba y los Zorros de Abajo), por un Admirado, Julián Huanay (en El Retoño), o por un inimaginable, Juan Ojeda (en Arte de Navegar), Cielo Abierto es en síntesis el esfuerzo de los días incansables de los trabajadores jóvenes de la cultura en provincia, de aquellos jóvenes que toman en serio la expresión artística, poética y cultural de un País como el Perú en espera de aportes sistemáticos y organizados.El Festival de Poesía Cielo Abierto se propone convocar anualmente a un grupo representativo y selecto de poetas del Perú y Latinoamérica para compartir su obra con el público durante tres días de lecturas desde plazas, parques, colegios y zonas arqueológicas, es en esto que se pretende hacer valer la Democratización Cultural, aquella Democratización que se elige como vertiente artística para una País como el nuestro.Este Festival se plantea como una gran fiesta poética a la par que la historia reciente del país en pleno proceso poético ha visto cambios en los últimos años del siglo XX, esto lo hemos definido como su dinámica alrededor de propuestas estéticas, esto nos permite lanzar una mirada a partir del más allá, de parecer indudable al estudio de las letras peruanas. Tal interés puede responder a que tal proceso de legitimación por el cual las letras peruanas se reconocen dentro de las estéticas de la modernidad, esta alternativa resultó crucial para la operancia de un festival a largo plazo como es Cielo Abierto.


Los organizadores



Poetas Invitados

Poetas extranjeros:

Héctor H. Montecinos (Chile), Alan Mills (Guatemala), Rocío Cerón (México), Carlos Sánchez (Chile)

Poetas peruanos:

Bethoven Medina (Cajamarca), Omar Robles (Huaraz), Giancarlo Huapaya (Lima), Gino Roldan (Trujillo), César Panduro (Ica), Ricardo Ayllón (Chimbote), Manuel Fernández (Lima), José Manya (Cusco), Andrés Torres (Barranca), Ana Maria Falcóni(Lima)Luis Boceli (Chiclayo), José de la Roca (Ica), Augusto Rubio (Chimbote), Ronal Marcelo (Barranca), Alejandro Benavides (Trujillo), Jorge Luis Roncal (Lima), Miguel Ildefonso (Lima)Alex Morillo (Lima), Willy Gómez (Lima), Josefina Jiménez (Lima), Alessandra Tenorio (Lima)Harold Alva (Piura), Gustavo Tapia (Chimbote), Paulo Peña (Lima), Dalamacia Ruis Rosas(Lima), Dalia Espino(Lima), Daniel Amayo(Lima), Adrián Terán(Lima), Gustavo Reátegui(Lima)John López (Chimbote), Alberto Gonzales(Lima), Andrea Cabel(Lima), Eva Velásquez(Chimbote), Luis Salazar Orsi (Rioja), Juan Pablo Mejía(Lima), Álvaro Lasso(Lima), Eloy Jaúregui(Lima), Diego Lazarte(Lima), Melisa Patiño(Lima), Salomón Valderrama(Lima)Fernando Pomareda (Lima), Víctor Coral(Lima), Abrahán Huamán (Ucayali), Víctor Ruiz(Lima), Armando Arteaga(Piura), Paul Guillén(Ica), Wilver Moreno(Lima), Lucia Prada(Ica), Galia Gálvez (Perú), Helmut Heri (Ica), Oscar Limache (Lima)

martes, 28 de agosto de 2007

escandalo nobel





La nominación de Borges para el Premio Nobel de Literatura conmociona al mundo literario.

Hace algunos meses se dio el pistoletazo de salida al mayor terremoto literario de este siglo (y del anterior) al estar incluido el argentino Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899- Ginebra 1986) en la lista de candidatos al Premio Nobel de Literatura del 2007. Según Hans Jörnvall , secretario de la Asamblea para el Nobel, "estábamos hasta el gorro de que en todas las enciclopedias apareciese como 'injusticia histórica' que Borges no hubiese recibido el premio". Jörnvall es consciente de lo extravagante de la medida pero asegura que se trata de algo excepcional, "además el hijoputa escribía muy bien", añade.

Las protestas no se han hecho esperar. Por un lado entre los otros candidatos al premio. Ataulf Requerio ha sido el primero en hacer declaraciones. Requeiro considera que la candidatura de Borges es injusta principalmente porque "el hijoputa escribía muy bien. Mejor que todos nosotros juntos."

El otro frente de quejas viene de los familiares de grandes escritores injustamente olvidados por la Academia Sueca de las Ciencias. En primer lugar los herederos de Vladimir Nabokov afirman que "o follamos todos o la puta el río" y que el premio tendría que ser compartido por los dos, a lo que Patricio Borges (tataranieto de Borges) respondió esta mañana en la tasca en la que desayunaba "ché conchudo, dejáte de joda que tengo que pagar el carro... papaaaa". La fundación Fernando Pessoa no sólo pide un Nobel póstumo para el gran poeta portugués, sino uno para cada uno de sus heterónimos. "Porque él no lo hubiese querido de otra forma" dice Alberto Miralles, un señor.

La última voz que se ha levantado ha sido la de Marina Castaño, viuda de Camilo José Cela. Marina Castaño dio una conferencia hoy en Madrid defendiendo a capa y espada la nominación para el Nobel de literatura del autor de "La familia de Pascual Duarte". Según la viuda "Ya va siendo hora de que se reconozca el inmenso valor literario de Camilo José, jo". Cuando uno de los periodistas le recordó a Marina Castaño que Cela había recibido dicho premio en el año 89 ella contestó "¿Uh?" y dio por terminada la rueda de prensa.

aviso nobel


COMUNICADO OFICIAL DE LA FUNDACION NOBEL


Press Release
Announcements of the 2007 Nobel Prizes and
The Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel
Premios Nobel se entregarán en segunda semana de octubre

Así lo comunicó el 17 de agostode 2007 en Estocolmo la Fundación Nobel.

Los Premios Nobel de este año se conocerán en su mayoría en la segunda semana de octubre,
Como suele ser tradición, el Nobel de Medicina será el primero en inaugurar los premios y el Instituto Karolinska dará a conocer su decisión el 8 de octubre a las 11:30 horas (local).

Durante los dos días siguientes, la Real Academia de las Ciencias sueca revelará los nombres de los premiados en las disciplinas de Física y al día siguiente de Química a las 11:45 horas.

El viernes 12 de octubre, el Instituto Nobel noruego dará a conocer en Oslo el premio Nobel de la Paz, que el año pasado fue para el bengalí Mohammed Yunus, conocido como "el banquero de los pobres" por los microcréditos a las personas con escasos recursos.

Todos los premios científicos el año pasado fueron para investigadores (varones) de Estados Unidos.

El lunes, 15 de octubre, la Academia de las Ciencias comunicará su decisión sobre el premio en Economía. Esta distinción, que comenzó a otorgar el Reichsbank de Estocolmo en 1968 "en memoria de Alfred Nobel", no está calificado por la Fundación Nobel como un premio pleno. No obstante, está dotado con diez millones de coronas suecas (1,4 millones de dólares) al igual que el resto de las disticiones, y, como ellas, se entrega el 10 de diciembre en la ceremonia oficial con presencia de los reyes de Suecia. La fecha recuerda el día en que murió en 1896 el creador de los premios, Alfred Nobel.

Al igual que en años anteriores, queda abierto cuándo se conocerá al próximo premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca da a conocer la fecha pocos días antes del jueves en el que tradicionalmente se anuncia. Este año la fecha sería el 11 o el 18 de octubre. En 2006 el escritor turco Orhan Pamuk fue el laureado.

Los candidatos en las letras castellanas


Ernesto Cardenal será postulado para Premio Nobel de Literatura 2007

El sacerdote, poeta y luchador social nicaragüense Ernesto Cardenal, será propuesto como candidato para el Premio Nobel de Literatura 2007, por un comité de intelectuales de su país.

Afamados poetas y escritores conformaron un comité para postular al poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, al Premio Nobel de Literatura 2007.
El equipo lo conforman asociaciones culturales, instituciones educativas y escritores nicaragüenses y es liderado por el escritor Sergio Ramírez Mercado.
De acuerdo a un escrito difundo este domingo, el comité respaldará al octagenario sacerdote y poeta, autor de "Oración por Marilyn Monroe" y "Epigramas", quien también fue propuesto en 2005 para el mismo galardón.
"Concientes de que la significación de ese reconocimiento a un compatriota de la talla de Cardenal, no sería sólo para él, sino también para Nicaragua, Centroamérica, América Latina y el Caribe (...) Asimismo, para los condenados de la tierra que han sido sujetos de su canto protestario y humanista", destacaron los miembros del Comité Coordinador en el texto.
Los intelectuales adelantaron que iniciarán una campaña para conseguir adeptos al proyecto y que solicitarán el apoyo de las autoridades.
"Sin duda el mayor poeta actual de la lengua española, Ernesto Cardenal, ha sido -a partir de la segunda mitad del siglo XX- un nombre de proyección mundial", resaltaron en el escrito.
"Fiel a la utopía del paraíso en la tierra, su poesía permaneció siempre al servicio del mensaje evangélico, postulando el amor como trascendencia universal y el compromiso comunitario tendente a una eficaz acción liberadora", agregaron los intelectuales que elogiaron la vida y obra literaria de Cardenal.
Ernesto Cardenal, cuya obra ha sido traducida a 20 idiomas y en más de 200 ediciones, nació el 20 de julio de 1925 en la ciudad de Granada, en Nicaragua y participó en la resistencia contra la dictadura de Anastasio Somoza, en la década de los setenta. Luego, se convirtió al catolicismo e ingresó en el monasterio trapense de Kentucky, al noreste de Estados Unidos, donde fue discípulo del poeta y pensador estadounidense Thomas Merton.
Posteriormente, el poeta de "cotona", una clase de camisa larga blanca, barba de igual color y boina negra fundó la comunidad contemplativa de Solentiname, destruida por orden de Somoza.
Considerado como uno de los poetas vivos más importantes de Latinoamérica, en marzo de 1983, el Papa Juan Pablo II, al visitar Nicaragua, lo amonestó públicamente por mezclar la religión con la revolución sandinista. Gracias a este incidente su imagen dio la vuelta al mundo.


Los otros candidatos


TEXTO OFICIAL DE LA POSTULACION DE LA SOCIEDAD GENERAL DE AUTORES Y EDITORES DE ESPAÑA

La SGAE propone a Ayala, Sábato y Delibes al Premio Nobel de Literatura de 2007. Desde hace años la entidad colabora con la Academia sueca El Consejo de Dirección de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) ha resuelto proponer a la Academia Sueca los nombres de tres escritores Francisco Ayala (Granada, 1906), Ernesto Sábato (Rojas, Buenos Aires, Argentina, 1911) y Miguel Delibes (Valladolid, 1920) como candidatos al Premio Nobel de Literatura de 2007. La decisión del Consejo, adoptada en su última reunión, se sustenta en los acreditados méritos literarios de cada uno de estos tres autores universales, que los hacen acreedores al galardón más prestigioso de las letras. En caso de que alguno de ellos fuera distinguido con el Nobel, se sumaría a la relación de escritores en lengua española que lo obtuvieron con anterioridad: Octavio Paz (1990), Camilo José Cela (1989), Gabriel García Márquez (1982), Vicente Aleixandre (1977), Miguel Ángel Asturias (1967), Juan Ramón Jiménez (1956), Gabriela Mistral (1945), Jacinto Benavente (1922) y José Echegaray (1904). Desde hace ya algunos años, la SGAE propone, por petición expresa de la Academia Sueca, las candidaturas de escritores en lengua española al Nobel de Literatura.

lamentable perdida de uno de los mejores narradores de los ultimos años


Muere a los 72 años Francisco Umbral, el padre de la columna literaria

Numerosos amigos y personalidades han despedido al literato en la capilla ardiente instalada en la madrileña clínica Montepríncipe

El mundo de las letras está de luto. Francisco Umbral, uno de los más prolíficos escritores y articulistas del panorama nacional -aunque también el más polémico-, fallecía esta madrugada en la clínica madrileña de Montepríncipe tras sufrir una insuficiencia respiratoria aguda y una parada cardiorrespiratoria. Tenía 72 años y arrastraba desde el año 2003 las secuelas de una grave enfermedad.Tras conocerse la noticia, Umbral recibió el reconocimiento de escritores, periodistas y políticos, algunos de los cuales visitaron esta tarde la capilla ardiente instalada en el hospital. Los Reyes y los Príncipes enviaron sendos telegramas a la viuda del escritor, María España, en los que lamentan la pérdida de "una figura imprescindible de las letras españolas". Los restos del escritor serán incinerados mañana por la mañana en el cementerio de La Almudena, donde descansarán junto a los de su hijo, muerto en la niñez, y al que dedicó su libro "Mortal y rosa".Autor de un centenar de libros y de una columna diaria en el periódico El Mundo -anteriormente colaboró con El País y Diario 16-, la carrera literaria de Francisco Umbral recibió numerosos galardones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y el Premio Cervantes de 2000. La salud del escritor se deterioró en 2003 y en agosto de ese año tuvo que ser hospitalizado por una neumonía derivada de una operación intestinal. El mes anterior se le había sido extirpado una parte del colon.Murió haciendo literaturaUmbral murió "dictando a su mujer su última columna, titulada "Las uvas doradas", una metáfora que refleja "el esplendor y la juventud, temas muy comunes en su literatura", afirmó esta tarde el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, quien le describió como "el mejor escritor de periódicos contemporáneo" y "probablemente" el mejor de la historia del periodismo español.También visitó la capilla ardiente el ministro de Cultura, César Antonio Molina, quien afirmó que en los artículos y los libros de Umbral "está la mejor tradición del periodismo y la literatura españolas". La muerte del escritor "deja un profundo vacío" en la literatura y el periodismo, afirmó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el telegrama que remitió a la viuda del columnista.Umbral ha sido "una de las grandes figuras de los últimos 50 años", dijo el líder del PP, Mariano Rajoy, tras visitar la capilla ardiente, por la que pasaron también la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. "Con la pérdida de Francisco Umbral desaparece un gran escritor de la lengua española y una personalidad libre que acuñó un estilo propio e indiscutible", dijo el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha.Una figura controvertidaNacido en Madrid el 11 de mayo de 1935, Francisco Pérez Martínez vivió su juventud en Valladolid, ciudad en la que inició su carrera periodística en el diario El Norte de Castilla. Su labor como columnista fue reconocida en 2003 con el premio Mesonero Romanos.La figura de Paco Umbral, inconfundible por su pelo blanco y al viento, sus gafas de pasta y su bufanda blanca anudada al cuello, ha dado mucho que hablar por sus muchas veces polémicas palabras. Pero esa personalidad fuerte y carismática se refleja a su vez en sus obras, entre las que sobresalen Las ninfas (1975), Mortal y rosa (1975), La noche que llegué al Café Gijón (1977), Trilogía de Madrid (1984), Madrid 1940: Memorias de un joven fascista (1993) y El socialista sentimental (1999).En marzo pasado publicó su último libro, Amado siglo XX, en el que hizo balance de su vida y de todo un siglo, mezclando memoria y literatura, y que estuvo precedido de títulos como Madrid, tribu urbana (2000), Un ser de lejanías (2001), ¿Y cómo eran las ligas de Madame Bovary? (2003), Los metales nocturnos (2003) y Días felices en Argüelles (2005)."No entiendo cuándo he vivido habiendo escrito tanto. Pero lo cierto es que he vivido, y mucho, y todo está escrito", afirmó Francisco Umbral un día antes de recibir el Premio Cervantes de manos del Rey el 23 de abril de 2001.

la novela que sí escribio

LA NOVELA QUE BORGES SÍ ESCRIBIO

La carta y el sarcasmo


Publicada la primera referencia a El enigma de la calle Arcos, de Sauli Lostal, apreció en seguida la carta de un lector de nombre Tomás E Giordano, en la que afirmaba que Sauli Lostal era Luis Stallo "No se trataba -dice- de un hombre de letras sino vinculado a los negocios. Y en éstas condiciones, sigue diciendo, intervino en un concurso del diario Crítica que "proponía a sus lectores encontrar un desenlace más ingenioso para El misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux, ya que según opinión del diario, el final de la novela decepcionaba un poco. Como consecuencia de tal concurso, se publicó el volumen, "que era el premio instituido por la editorial".

No hay nada exacto en esas afirmaciones. Jamás existió ese concurso para modificar el desenlace de El misterio del cuarto amarillo, y menos para publicar un volumen como premio. Crítica lanzó la novela en folletín, en 1932. La publicará AM-BASS en libro al año siguiente.

Silvia Saítta, en el Prólogo a El enigma de la calle Arcos, reedición de Gastón Gallo con el sello Simurg, de l966, reafirma la inexistencia de este concurso. El día anterior al folletín, "el diario anuncia, en letras bien visibles, su nueva oferta periodística: Crítica publicará la más apasionante novela policial". Es decir, se publicará en folletín y no directamente en volumen como premio de un concurso.

Luis Stallo, que era "un caballero itálico", según la carta, dedicado a los negocios, pero que "no se trataba de un hombre de letras", según decía la carta, ¿cómo pudo escribir una novela tan bien redactada y con conocimiento del lenguaje porteño?

Luis F. Diéguez, subsecretario de Crítica, en la carta-prólogo de la primera edición de El enigma de la calle Arcos, dirigida al verdadero autor, que para nosotros es Jorge Luis Borges, expresa: "Digamos, además, que ha escrito usted una gran novela, empleando un lenguaje muy suyo, esencialmente porteño y que ese sabor local es nuevo en esta clase de publicaciones". Diéguez se dirige, por lo tanto, a un escritor y no a un caballero itálico dedicado a los negocios. O como escribe el mismo Diéguez y transcribe Saítta: "es usted un periodista que escribe novelas policiales realmente sorprendentes". La autora también recuerda que Diéguez se despide como "su afectísimo camarada".

En otras palabras. No hay conexión entre Luis Stallo y el verdadero actor. Pero que Luis Stallo, supuesto verdadero nombre de Sauli Lostal, figure en las guías telefónicas de 1928, 1930, 1931 y 1932, como afirma Alejandro Vaccaro, tampoco aclara la cuestión. Es un hombre que pudo ser tomado de la misma guía telefónica para anagramarlo como Sauli Lostal.

No nos olvidemos, por ejemplo, que se trataba de una época en que los escritores solían burlarse creando entimemas y supercherías. Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, hacedores de la revista Destiempo, de la que se imprimieron 3 números en 1936, escribían bajo el título de ésta el nombre de Ernesto Pissavini en calidad de "secretario". Se trataba, en realidad, del iletrado portero del edificio donde vivía Bioy Casares.

Colaboraron en esa revista Alfonso Reyes, Silvina Ocampo, Baldomero Fernández Moreno, Ulises Petit de Murat, Horacio Rega Molina, Pedro Henríquez Ureña, Xul Solar, Macedonio Fernández y otros, incluidos Borges y Bioy Casares. Había traducciones de Erskin, Caldwell y Franz Kafka.

César Tiempo, a su vez, firmaba los Versos de una p..., haciéndose pasar por cierta inexistente Clara Beter, que todos, enternecidos, buscaron para socorrerla.

A mayor abundamiento, según decía Don Quijote, el seudónimo de Mellors como autor de Los cortadores de manos, que ocultaba a Ulises Petit de Murat, Ricardo M. Setaro y Enrique y Raúl González Tuñón, publicado en folletín previamente a El enigma, nos está indicando este acostumbrado sarcasmo de la época. Lo dice el rostro del supuesto Mellors, realizado por el dibujante de Crítica, con un cuarto de rostro de cada uno de los que se ocultaban bajo el seudónimo.

No me extraña, por lo tanto, que Borges, inclinado a los divertimentos y los seudónimos de la revista multicolor de los sábados del diario Crítica, haya convertido a un Luis Stallo en Sauli Lostal. Era lo mismo que hacer pasar por secretario de una revista literaria a un portero que nada sabía de literatura.


El intertexto del enigma


Digamos ya que El misterio del cuarto amarillo, de Gastón Leroux, publicado en 1.908 por la Biblioteca de la Nación no sólo es el intertexto de El enigma de la calle Arcos, sino que estaba en Borges desde su infancia. Aurora Haedo, prima de éste, durante los juegos infantiles con su hermana Nora, les leía el relato según lo dice Vaccaro en Georgie, 1899-1930 (1996).

En 1934 Borges tradujo para la Revista Multicolor (N¼ 40, del 5/12) La profecía de perro, de G. K. Chesterton, donde se repetía el juego del enigma en cuarto cerrado. Es un dato de Gonzalo Moisés Aguilar que conviene tener presente en un estudio más amplio del tema.

Hay, sin embargo, unas líneas de Luis F. Diéguez que son decisivas respecto de la frecuencia del tema en Borges y de la certeza de que sea él y no otro quien lo repite en El enigma. Estas líneas están en la ya mencionada carta prólogo: "usted mismo ha confesado que se le ocurrió escribir una novela policial porteña sin fantasías, a base de lógica, después de haber visto en un teatro la adaptación cinematográfica de la novela de Gastón Leroux" (el subrayado es nuestro). Silvia Saítta reafirma esta significación.

Todo eso incluye la recurrencia de un tema que aparece durante la infancia y persiste a través de los años. De un relato oral pasa a una traducción y de ésta a un filme. Después, mediante otras posible transfiguraciones que no conocemos, desemboca en El enigma de la calle Arcos. Sigo creyendo, entonces, que el autor de esta novela no es Sauli Lostal ni Luis Stallo, sino el mismo Jorge Luis Borges.


Alusiones al texto


En un trabajo anterior nos hemos referido a El acercamiento a Almotásim, de Historias de la eternidad (1936), ahora en Ficciones. Se trataba de una descripción gráfica de la primera novela policial de un nativo de Bombay, a fines de 1932. Éste nativo no era otro que Borges, y esa primera novela policial, la editio princeps, era según decíamos, El enigma de la calle Arcos.

Hay, sin embargo, otra alusión que nos induce a la autoría que defendemos. Se halla en el Examen de la obra de Herbert Quain (Ficciones, 1.956). Transcribo: "(...) He declarado que se trataba de una novela policial, The god of the laberynth; puedo agregar que el editor la propuso a la venta en los últimos días de noviembre de 1.933". Y algo más que concuerda con el significado de El enigma: "hay un indescifrable asesinato en las páginas inciales, una lenta discusión en las intermedias, una solución en las últimas. Ya aclarado el enigma (...)".

Otro dato interesante lo hallamos en la página 181 de la edición de Simurg. Aquí se menciona indirectamente a la India cuando se hace referencia de Calcuta. Antes, en El acercamiento se hablaba sencillamente de Bombay.

En definitiva: la existencia de Luis Stallo no garantiza que éste sea el autor de la novela. Tampoco Ernesto Pissavini era el secretario de la revista Destiempo. Era un modesto portero que disfrazaban de intelectual para evitar compromisos. Ni Clara Beter era realmente una prostituta convertida en poeta. La época prohijaba estos sarcasmos. O bien, estas resbaladizas jugarretas, como decía Anaïs Nin del París de los años 30. Epater le bourgeois era la fórmula ineludible.


lectura en desarrollo - sin fronteras


Desafío de un Plan Lector motivado por la literatura regional


Ricardo Ayllón

Tomando como premisa uno de los objetivos básicos del Plan Lector, el de incentivar el hábito de la lectura entre los estudiantes y la comunidad educativa en general, es necesario precisar que por

comunidad educativa debemos entender que ésta involucra a todo el grupo humano de una localidad. Tal premisa servirá para entender la literatura (material de lectura) como el producto de la autenticidad creativa de este grupo, como el resultado de su identificación con el medio inmediato y, en este sentido, poder llevar al estudiante a un ámbito temático y espacial en el que se vea reconocido. En otras palabras, incentivar la lectura a partir de obras literarias con temas, personajes, motivos y sucesos propios de la comunidad a la que pertenece el grupo lector.
Uno de los secretos del gusto por la lectura y el goce de aproximarse a la literatura, reside en que el lector (en el caso de la narrativa, por ejemplo) se vea inmerso en los universos recreados por el escritor, en los escenarios donde se desarrollan los hechos materia de fabulación. Además de tomar como referencia la edad y nivel intelectual del lector (categorías que sin duda van de la mano), es necesario partir de su referente cultural y de su origen social. Uno de los éxitos de que libro y lector se complementen en una interrelación activa y fructífera, reside en que el tema constituya un lugar común entre ambos, tomando en cuenta criterios estéticos que no estén divorciados con la concepción de “sociedad” manejada por cada lector, y pensando en la cultura democrática y de equidad que mueve a toda comunidad.
La responsabilidad primigenia del orientador de la lectura (el educador), reside en que éste debe visualizar cada caso concreto por aula o institución educativa, y tomar la decisión respecto del material bibliográfico con el que trabajará basándose en estos criterios de selección. Preguntarse si los libros con los que trabajará satisfacen las expectativas temáticas de los estudiantes.
Quienes seguimos de cerca el proceso de lo que en el Perú denominamos literatura regional, hemos descubierto los resultados gananciales de iniciar al lector de primaria en la lectura de historias y poemas referidos a su ámbito inmediato. El acercamiento del pequeño lector a la literatura partiendo de aquella que se produce en su propio medio, es un tema que no ha sido lo suficientemente aquilatada por los especialistas de la educación. El centralismo generalizado en el país produce habitualmente una disfunción cuando se percibe a éste como la culminación de sus objetivos. No se logra percibir cómo es que la vigorosa labor de los escritores de provincias permite entrever un rasgo aún más particular en la literatura peruana, y cómo las denominadas literaturas regionales han desenmascarado el centralismo de nuestra concepción literaria, obstáculo en el logro de una mayor apertura hacia la lectura.
Las literaturas regionales en el Perú tienen la ventaja de que están compuestas por los elementos que componen la historia y tradición de cada localidad específica, contenidos que motivan al estudiante a involucrarse en la lectura gracias a la cercanía de eventos y costumbres plasmadas en los libros.
En Chimbote, existe un antecedente que viene de una década atrás, el trabajo de Río Santa Editores, cuyo promotor y director ha conseguido fijar poco a poco en el estudiante chimbotano (consumidor directo del material ofrecido por la editorial), sus preferencias en lecturas con contenidos de nuestra localidad. De este modo, autores locales cuyos libros brillaban por su escaso tiraje y demora en ser adquiridos por los lectores, se fueron convirtiendo en lectura obligada en las instituciones educativas. El editor supo cautivar así la atención del conductor o educador, quien poco a poco llegó a comprender que el tema de la identidad no era solo una bella palabra, sino un asunto real, un fenómeno que bien podría despertarse en el espíritu de los pequeños estudiantes, pues en esas lecturas locales estaban su barrio, los personajes de su entorno, los conflictos de su realidad, sus creencias populares, sus expectativas y obsesiones inmediatas… en fin, su propia vida descrita por un creador que había sabido captar los elementos entrañables de su mundo cotidiano. Entonces, ¿cómo no buscar la motivación lectora a partir de tales signos identificables?
La idea de iniciar al estudiante de primaria en la lectura de textos de su realidad inmediata, no está reñida –sin embargo– con la consabida heterogeneidad cultural, es decir, no se contrapone al cúmulo de culturas, credos y sociedades que conforman la gran sociedad peruana y universal, sino que es únicamente un método de iniciación lectora, un llevarlo de la mano a su primera experiencia con temas familiares, cercanos, cotidianos; logro que constituirá un proceso reactivo, que debe encaminarse hacia una permanencia viva en la lectura y redundar en un hábito que lleve al estudiante a buscar otros universos bibliográficos.
El escritor ruso Leon Tolstoi aconsejaba para los escritores: “Escribe sobre tu aldea, y serás universal”. Parafraseando esta idea, considero que puede ser legítimo manifestar: “Lee sobre tu aldea, y luego alcanzarás lecturas universales”. Las obras clásicas de la literatura infantil universal, nacieron con la recreación de historias populares de determinadas regiones de Europa; los cuentos de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen y Collodi, entre muchos otros, fueron el resultado de acudir a los mitos y leyendas de aquellas aldeas donde fueron inicialmente narrados de boca en boca, asimilados y escritos luego por estos autores que los hicieron populares en todo el continente y posteriormente en todo el mundo. He aquí el secreto para acercar al pequeño al mundo de la lectura: aproximarlo primero a historias que parten de la literatura local, para que las recreadas en otras culturas no les sean luego inconcebibles.
La comprensión lectora a partir de tal idea, debe continuar este mismo patrón confeccionándose actividades que redunden en el objetivo de seguir el rumbo de la identidad local, produciendo cuestionarios que recaigan en el estímulo emanado por el conocimiento de su realidad inmediata y trayendo junto con éstas todo el repertorio de la cultura popular local. Lo mismo para la compresión crítica: valorar y juzgar los orígenes, sucesos y consecuencias de los actos sociales y humanos descritos en las lecturas propuestas.
Una didáctica de la lectura basada en este criterio de identidad, junto a sus efectos valorativos, harán del estudiante no solo un lector temprano, sino un observador atento de su medio social, un ciudadano que sabrá estimar el espíritu palpitante de su comunidad.

viernes, 10 de agosto de 2007

la novela y la guerra en el Perú...sintomas de la nueva literatura peruana



La novela y la guerra (I parte)
Por Miguel Gutiérrez*

Existen aspectos de la realidad, de la vida, de las pasiones humanas y de los procesos históricos y sociales que solo la novela puede revelar. Sin embargo, frente a la terrible contundencia de los sucesos que, con su carga de aporías morales y políticas, desencadenó la guerra de los ochenta y primeros años de los noventa, el novelista deberá superar serios escollos si quiere componer una ficción que no sea ni apología ni condena ni gratuito (y, a veces, degradado) entretenimiento, sino una exploración honrada, estética y humana, sobre un proceso tan desmesurado y traumatizante, que, incluso, puede exceder la capacidad de comprensión del propio novelista como individuo.
Y por ello deberá atravesar los campos minados de sus propios prejuicios, pasiones, oscuros miedos y las ataduras de sus íntimas convicciones ideológicas y políticas, hasta conseguir esa perspectiva que los grandes maestros del género novelís­tico solían alcanzar y que, en busca de esa zona de verdad que sólo la novela puede descubrir, les permitía explorar en profundidad y con la mayor libertad sobre cualquier suceso humano sin otra concesión que los imperativos formales de la ficción misma.
Escribo esto, porque aun cuando los novelistas actuales y los que aspiran a serlo han logrado un distanciamiento inicial en el tiempo medio de la historia, todavía persiste un clima de odio, de rencor, de duelo, de heridas no cerradas, todo lo cual debería ser un recordatorio para aquellos novelistas que consideran los terribles sucesos de la guerra y sus consecuencia sólo como un tema literario que no los compromete moral y humanamente.

Ocho novelas


De las treinta novelas que, según Mark R. Cox, se habrían publicado hasta el año 2000 sobre la guerra interna, sólo he leído 7, más otras 5 publicadas después de esa fecha, además de tres manuscritos que me fueron enviados y que todavía permanecen inéditos. De este conjunto, por razones no exclusivamente literarias, me ocuparé en este trabajo de 8 de ellas: Adiós, Ayacucho, novela corta de Julio Ortega, Lituma en los Andes, de Mario Vargas Llosa, Rosa Cuchillo, de Oscar Colchado, Un beso de invierno, novela corta de José de Piérola, Retablo, de Julián Pérez, La hora azul, de Alonso Cueto, Abril rojo, de Santiago Roncagliolo, y Guerra a la luz de las velas, nouvelle de Daniel Alarcón, pero empezaré con dos textos que en cierta medida pueden considerarse marginales. Antes debo aclarar que existen otras novelas que con toda justicia merecerían comentarse, como El Gran Señor, del destacado narrador cuzque­ño Enrique Rosas Paravicino, El cazador ausente, novela de Alfredo Pita que obtuvo un reconocimiento internacional, o La cacería, del joven narrador Gabriel Ruiz-Ortega que transcurre en los últimos meses del fujimorato. Pero en el caso de la novela de Rosas Paravicino, ya me ocupé de ella con cierto deteni­miento en otro libro mío; en cuanto a la novela de Pita, interesante ficción concebida según los cánones de las novelas de espías, si bien la acción se extiende al período de la guerra de los años ochenta, el corazón de la historia nos remite en realidad a un suceso que ocurrió en la época de la guerrilla de los años 60; por último, no he tenido tiempo para leer por segunda vez (según es mi costumbre) el texto de Ruiz-Ortega, cosa que haré seguramente cuando se publiquen los dos tomos restantes que, tengo entendido, conforman una trilogía sobre la violencia en la era del fujimontesinismo.

NOVELAS MARGINALES


Según sé, existen relatos y novelas escritas desde las cárceles o desde posiciones abiertamente situadas que permanecen inéditas o han circulado en forma de manuscritos o en ediciones artesanales muy precarias. Una de ellas la leí en manuscrito hace unos 2 ó 3 años, con el título provisional de Ciudad enferma. Veinte años de vida en diez minutos, cuyo autor es el joven narrador (biólogo de profesión) Rafael Inocente y sé que hasta el momento no ha sido publicada, pues, según me reveló el propio Inocente, iba a someter el texto a un trabajo de revisión minuciosa. La novela es la autobiografía picaresca de Orlando Zapata, "un pata" que acusado sin prueba alguna de complicidad con el terrorismo fue sentenciado a veinte años de cárcel por un tribunal militar de encapuchados. Sin embargo, por buena conducta sale libre diez años antes de cumplir la condena y entonces, según la tradición de la novela picaresca, Zapata hace un recuento de su vida desde sus orígenes familiares hasta el momento en que fue detenido por efectivos de la DINCOTE; de toda esta trayectoria vital, los períodos más intensos y ricos en sucesos son los años que van de su ingreso a la Universidad Agraria y su ruptura con la vida universitaria influido por el clima de guerra que imperaba. Como corresponde al subgénero, el narrador emplea un lenguaje cotidiano, callejero y el tono es irreverente, contestatario, sarcástico y cargado de furia, y si bien Zapata admite haber madurado en la prisión, esta no ha doblegado su espíritu de rebeldía y su filiación clasista, lo cual, por cierto, le impone al autor algunos problemas formales que deberá resolver. No puedo entrar en pormenores de las aventuras de Zapata (y del co-protagonista de la historia, Sebastián Estoico) pero quisiera destacar dos aspectos de la novela. Como no había ocurrido en la narrativa peruana desde la época de Congrains, los personajes de Rafael Inocente (como lo hace también con un notable nivel artístico Daniel Alarcón) pertenecen a los sectores pobres de la sociedad peruana, han nacido de padres migrantes andinos y viven en los asientos humanos y, sin idealizarlos, están representados con toda dignidad humana. Las mujeres –por ejemplo, Lucía, Julia, Sofía– no tienen la belleza rubia de las Baby Schiafino pero tienen otra belleza, física y moral, pese a las heridas recibidas. El otro aspecto que merece destacarse en Ciudad enferma es el conocimiento verdaderamente excepcional de la Lima andina que tiene Inocente. Y así, con el trasfondo de los años más violentos de la guerra senderista, el lector recorre los barrios obreros, los pueblos jóvenes y los asientos humanos de pobreza extrema, pero también las calles y plazas y barrios tradicionales de la Lima colonial. En el siglo XX la novela picaresca tuvo un nuevo renacimiento a partir de los libros memorables de Céline Viaje al fondo de la noche y Muerte a crédito, y continuó de manera espléndida y personal con las novelas del primer Günter Grass y el Saúl Bellow de la serie de novelas que siguieron a La aventuras de Augie March. En los últimos años en Latinoamé­rica he leído a dos autores que pueden adscribirse a la tradición picaresca. Uno de manera plena es el cubano Pedro Juan Gutiérrez en novelas como El rey de La Habana, y el otro (pero con tonos beckettianos y de Jean Genet), el colombiano Fernando Vallejo, autor de La virgen de los sicarios y de novelas "malditas" como El desbarrancadero. De modo que Rafael Inocente cuenta con una buena tradición a la que puede ceñirse, pero para ello tendrá que matizar la furia con el humor y la ironía y fusionar lo panfletario con lo poético.
Publicada por su propio autor en una edición artesanal de tiraje limitado, Incendiar la ciudad, de Julio Durán, es una novela que se desarrolla entre los meses que precedieron el autogolpe de Fujimori y se prolonga hasta 2 ó 3 años después de la caída del líder máximo de Sendero Luminoso. El escenario principal es el sector del centro de Lima, concretamente las plazas Francia y San Martín, las avenidas Wilson, Tacna y La Colmena izquierda, los fumaderos en la otra ribera del río pasando el puente Santa Rosa y las calles Camaná, Rufino Torrico, Cailloma y Quilca donde existen una serie de bares, cantinas y otros locales, como el Hueco, donde se reúne la Mancha Subterránea, un colectivo que mediante conciertos de rock duro, edición y distribución de fanzines contestatarios de corte anárquico, propaganda mural y otras actividades culturales y artísticas convoca a jóvenes de diferentes estratos sociales, en especial muchachos que provienen de barrios "clasemedieros", de barrios pauperizados, como La Victoria y Barrios Altos, más la gente de los conos, sobre todo de Villa El Salvador y Villa María del Triunfo. En este sentido (y de acuerdo a una vieja tipifica­ción), Incendiar la ciudad sería una novela de espacio, en cuyo centro está la historia de los jóvenes subterráneos que a partir del sitio llamado el Hueco crean o se proponen crear una suerte de enclave libertario, mientras sus promotores se ven asediados por la brutal represión policial y por los grupos subversivos que quieren utilizar "la movida" subte para sus propios fines políticos.
La novela, precisamente, empieza de esta manera: "Aquella noche había reunión en el Hueco. Yo había escuchado, desde que llegué a la Mancha Subte, hablar sobre las primeras reuniones en el Hueco, las realizadas en el 87 y el 88, cuando la Mancha descubrió que podía hacer de esa casita construida a medias aquel paraíso". Un poco después el narrador se pregunta: "Pero, ¿qué era la Mancha Subte o el Movimiento Subterráneo? ¿Era un grupo político secreto? ¿Un grupo cultural? ¿Una secta? ¿Una pandilla? ¿Cómo se era Subte? ¿Drogándose? ¿Emborrachándose? ¿Leyendo muchos libros?... ¿Había que ir a conciertos punk? ¿Escribir canciones con lisuras y contra el gobierno? ¿Odiar a los tombos? ¿Usar botas militares? ¿Escuchar a los Sex Pistols, Ramones, Expoited, The Clash?...". El narrador continúa con las interro­gantes y concluye con las siguientes: "¿[Era] una manera de escapar a las responsabilidades? ¿Decirse anarquistas y leer a Bakunin? ¿Odiar a Marx? ¿Odiar a Sendero Luminoso? ¿Al MRTA? ¿Ser terruco? ¿Luchar por la libertad del pueblo, contra el Estado? ¿Odiar las ideologías…? ¿Qué mierda era ser Subte? En ese entonces, ser subte lo era todo para mí, pero no podía definirlo completamente".
Sin embargo, a un nivel más profundo Incendiar la ciudad es una novela formativa y de peripecias y búsqueda existencial cuyo protagonista es el muchacho narrador que en su lucha por hallar una salida a la crisis moral, psicológica y existencial por la que atraviesa desencadena la historia. El narrador se refiere a sí mismo con dos apelativos: el de Chibolo, como lo llaman en la Mancha Subte, o el de Loco, como lo conocen en el colegio. La crisis del protagonista empieza cuando al final de la infancia y en la preadolescencia siente (sartreanamente) que se rompe el vínculo que tenía con los objetos, los cuales (como aquellos que abarrotan el desván de la abuela) le hablaban de otros mundos, de otras aventuras, de otras formas posibles de existencia. De modo que al romperse esta magia (cosa que ocurre cuando el protagonista apenas tiene 13 años), la existencia humana, representada por el entorno familiar y el mundo escolar, se le muestra en toda su vacuidad y sin sentido, mientras Lima padece las acciones terroristas más violentas, lo cual suscita la respuesta terrorista del Estado con los atroces asesinatos perpetrados por grupos paramilitares. Entonces, en este clima de guerra, y siendo casi un niño, se echa a las calles, emprendiendo grandes caminatas que le hacen sentir todo el peso de la soledad. Hasta que un día, caminando por el centro de Lima, conoce al Chusko, un vendedor de discos ambulante que le hace conocer el rock duro, sobre todo aquel rock interpretado por las bandas míticas subterráneas de Eutanasia, Leucemia y Narcosis que a mediados de los ochenta convocaron a multitudes de jóvenes y escandalizaron a medio Lima. Establecido el vínculo por la música, nace la amistad entre el narrador y el Chusko y sus amigos, quienes lo incorporan con todos sus derechos a la Mancha Subte. Cuando empieza el relato ya el Chibolo viste los espantosos atuendos punk, lo cual suscita sufrimiento y horror entre sus padres y la burla, el temor y la secreta admiración de sus compañeros de colegio.
Aunque con algunos aspectos atípicos, como en toda novela de formación, por las páginas de Incendiar la ciudad vemos desfilar a figuras como el protagonista, el o los antagonistas, el mentor, la mujer (en este caso la chica), el viaje (sobre todo bajo la forma de un deambular infatigable por calles y peligrosos rincones de Lima) y la institución (el Colectivo subte) que lo dirige todo. No puedo, por razones de espacio y por la naturaleza de este ensayo, hacer un examen textual a cada una de estas figuras. De modo que me limitaré a indicar de manera sucinta los roles que desempeñan en la novela el o los antagonistas, el mentor y la chica. Aun cuando ya se ha incorporado a la Mancha, el Chibolo se halla sumido en un mar de preguntas que todavía no tienen respuestas. En estas circunstancias, el narrador conoce a Martín, un joven de 25 años que vive en su mismo barrio. Aunque aparece como un mentor, en realidad tiene un pensamiento antagónico al del Chusko. Martín inicia al Chibolo en el conocimiento del marxismo y después de trazar un deslinde con la izquierda legal, el partido "revisionista" de Jorge del Prado, Patria Roja y con las posiciones anárquicas, Martín le revela su militancia en Sendero Luminoso. Después de exponerle la línea ideológica y política de la organización partidaria, lo lleva a la ciudad universitaria de San Marcos y lo pone en contacto con otros integrantes del partido, quienes después de un tiempo le proponen integrarlo a sus filas encargándole la misión de espiar los movimientos de la Mancha Subte para luego utilizarla para sus fines. Frente a esta agrupación, el Chibolo tiene sentimientos encontrados; admira a los militantes por la entrega de sus vidas a la causa del partido y el daño que causan al Estado opresor, mas influido por las ideas del Chusko y el espíritu que reina en el Hueco rechaza sus concepciones ideológicas, según él de carácter autoritario y reñidas con la propuesta libertaria. De ahí que no acepta la tarea que le proponen y rompe toda relación con ellos.
El verdadero mentor del protagonista es, pues, el Chusko, a quien erige como el héroe y protagonista de la historia. En un primer momento, el Chibolo admira al Chusko por ser el líder unánimemente aceptado por toda la Mancha Subte, por ser fundador de la banda roquera Incendiar, inspirador de un cierto ideario y del proyecto de irradiar el accionar del Colectivo por los barrios más pobres y popu­losos de Lima. Pero a medida que se van estrechando los lazos entre ellos, empezando por la dura biografía del Chusko –abandono de la madre, huida del hogar por incompatibilidad con el padre siendo todavía un niño, relación con el mundo delin­cuencial de la avenida Aviación como pasero de droga, hasta el inicio de una nueva vida con la puesta de un negocio ambulante de música juvenil frente a la universidad Federico Villarreal– esta fascinación se va convirtiendo en afecto humano, llegán­dolo a considerar como un hermano mayor y aun maestro de vida. ¿Qué enseñanza recibe el muchachito protagonista de Chusko? Sentido de la libertad, enaltecimiento del papel de la imaginación, estoicismo frente a la vida y valores como los de la lealtad, la solidaridad y el coraje, todo lo cual creará un yo ideal, un sujeto trascendental para cambiar la vida y la sociedad no tomada en abstracto sino tomando como base la sociedad peruana. A partir del pensamiento y la forma independiente de pensar del Chusko, se construye lo que vendría a ser la intriga de la novela que culminará en una balacera entre el Chusko y senderistas (los sacos, como se les conoce en el ambiente subte; y martacos a los militantes del MRTA) a los cuales pertenece Irene –jovencí­sima pintora autora del mural que da el título a la novela, Incendiar la ciudad, y amada sin esperanzas del protagonista–, quienes, a excepción al parecer de Irene, lo condenan a muerte por traidor porque se negó a convertir el Colectivo Subte en organismo de fachada para la propaganda y accionar de SL. Al final, es el Chusko quien abate a tiros a los senderistas que han dado con su escondite y llegan para ejecutarlo, y luego el Chusko, herido de bala, logra huir y refugiarse entre los fumaderos de las orillas del Rimac. Pero después de este relato más o menos heroico, el narrador pone la nota distanciadora, tan afín al existencialismo, colocando en escena el imperio del Absurdo en todo proyecto humano: el Chusko, después de sobrevivir a la terrible pesadilla nocturna, muere triste, ridícula, casi miserablemente, arrollado por una de esas combis asesinas que llenan las páginas rojas no sólo de la prensa chicha.
Muchos otros aspectos de la valiosa novela de Julio Durán merecerían destacarse. En las últimas promociones los narradores peruanos han sentido fascinación por representar el mundo de la noche limeña, incluidos los sitios marginales y subterráneos, mundos donde impera el frenesí roquero, el sexo al paso, las drogas y el homosexualismo. Narradores que siguen los pasos de Bayly (por lo demás, muy hábil narrador) cuentan como divertimentos pequeños problemas privados, en general líos de parejas, a espaldas de los problemas del país que vivía una guerra particularmente cruel; de otro lado, los cultores del realismo sucio, que dentro de este mismo mundo de drogas y sexo, desde posiciones escépticas o nihilistas frente a todo proyecto político y humano (en general, el narrador asume el tono de escritor maldito), han mostrado, a veces con considerable eficacia, los aspectos más sórdidos e infernales de Lima. (Al margen de estas dos tendencias, en El círculo de los escritores asesinos, la muy interesante novela de Diego Trelles, puede hallarse notables descripciones de las noches bravas limeñas). En Incendiar la ciudad, el alcohol, la droga e incluso el sexo son parte del mundo subterráneo, pero todo ello no ocupa el centro de la historia ni se hace alarde de su uso (el Chibolo consume grifa y sobre todo barbitúricos), sino que son signos de la desesperación y el deseo de fundar (tomando como símbolo el poder purificador del fuego) otro mundo más humano y una existencia más auténtica basados en la solidaridad y en una justicia libertaria. Aunque la novela de Julio Durán no es del todo un acontecimiento verbal (por ejemplo, hay un exceso de reflexiones y diálogos por momentos demasiados densos, la intriga pudo trabajarse con mayor prolijidad), la considero una de las novelas más honestas y humanamente conmovedoras sobre la juventud peruana que vivió los años más crueles del tiempo de dolor y el miedo en el Perú.

DOS TESIS SOBRE EL MUNDO ANDINO


Si en la época de la guerra un viajero extranjero culto o, por lo menos, medianamente culto me hubiese pedido que le recomendara dos libros que propusieran imágenes totales pero antagónicas sobre el Perú, aunque sin olvidar la diferencia de calidades entre ambos autores, yo sin titubear habría elegido Lituma en los Andes, de Mario Vargas Llosa, y Rosa Cuchillo, de Oscar Colchado. Como ya me he ocupado con algún detenimiento de ambas novelas en mi libro Los andes en la novela peruana actual (1999) y en mi artículo "Épica y terror: un argumento de novela" (Quehacer, 132), aquí me limitaré a resumir las líneas centrales de mis planteamientos que complementaré con algunas pocas observaciones.
Con La guerra del fin del mundo, Historia de Mayta y Lituma en los Andes, Vargas Llosa compuso una trilogía novelística en la que se condena la violencia en la Historia, sustentando su tesis en un pensamiento político que fue forjando desde su ruptura con el marxismo y la revolución cubana y lo fue exponiendo a lo largo de los años en brillantes ensayos como los dedicados a Albert Camus, Isaiah Berlin o Karl Popper. Pienso que LGFM es una de las más notables novelas latinoamericanas, y habría sido nuestra Guerra y paz si hubiera representado al pueblo y a las masas insurrec­tas con el espíritu de Tolstoy, pero nuestro autor sólo vio en los seguidores de Antonio Consejeiro una masa harapienta, oscura y fanática (con personajes repulsivos como el León de Natuba o el Beatito que se alimenta de la caca de Consejeiro), sin considerar que este levantamiento era parte de la sempiterna rebelión popular contra la opresión aunque esta se haga bajo las banderas de un milenarismo, como ha ocurrido tantas veces en la Historia, como, para poner un solo ejemplo, fue el caso de las guerras campesinas en Alemania en la época de Lutero. Historia de Mayta (novela muy interesante desde otras perspectivas) constituye de una manera demasiado obvia un arreglo de cuentas con la izquierda peruana, con la que Vargas Llosa venía polemizando desde los años del llamado Caso Padilla y la invasión de los tanques soviéticos a Checoslovaquia, y su objetivo era la deslegitimación de la lucha armada como vía para trasformar el país. En cuanto a Lituma en los Andes, no es exactamente la peor de las novelas de Vargas Llosa ni tampoco una novela formalmente fallida, pero sí es el libro en que sus demonios personales, históricos e ideológico-políticos (para emplear la propia terminología del autor) se han sobrepuesto a los requerimientos de toda ficción novelística. El demonio personal que obsesiona más a Vargas Llosa (que, por supuesto, incluye la admiración, casi la fascinación que siente por él) es la figura de José María Argue­das como novelista y pensador, como he tratado de mostrarlo en mis trabajos antes mencionados. Si en más de un sentido, LA es una respuesta a Todas las sangres (las dos novelas se desarrollan en torno a una mina, en las dos hay una propuesta sobre el Perú; en el contexto de unos andes convulsionados por luchas campesinas ante la inminencia de la Reforma Agraria en TS, y en la situación de la guerra senderista que venía incendiando praderas y ciudades, en el caso LA), con La utopía arcaica Vargas Llosa enfrenta al etnólogo y el pensador, al autor de tantos textos sobre el quechua, el indigenismo, sobre danzas y folklore andinos, el traductor de Dioses y hombres de Huarochiri, el autor de ponencias, testimonios y discursos (como su intervención en el Primer Encuentro de Narradores Peruanos, La cultura: un patrimonio difícil de colonizar, No soy un aculturado) que en conjunto encierran un cuerpo de pensamiento sobre el Perú y el futuro de las sociedades andinas. ¿Cuáles fueron las fuentes de Argue­das para su arte y pensamiento aparte de conocer desde adentro la cultura quechua andina? Fue una línea de pensamiento que arranca de los cronistas postoledanos y prosigue en el siglo XX con Vallejo, Mariátegui y el pensamiento socialista, todo lo cual, pese a sus dudas y contradicciones, hacen de Arguedas un pensador nada arcaico, inmerso (tal vez de manera agónica) en las propuestas de un humanismo moderno que preserve las particularidades y riquezas de la sociedad andina. En cambio, otras fueron las fuentes del pensamiento de VLl en su contienda con Arguedas y para fundamentar (de manera monológica) su tesis que se concibió en el siglo XIX, según la cual la violencia que estremecía los Andes (en el imaginario colonial, como recuerda Larrú, los Antis de donde deriva aquel término "era asumido como lugar de behetría, ámbito de lo salvaje, del caos, de lo desconocido") era un sangriento recrudecimiento del conflicto entre Civilización y Barbarie. Como ha mostrado Said en su libro Orientalismo, todos los países imperiales y colonizadores han construido imágenes degradadas de los hombres y pueblos colonizados, es decir del Otro o los Otros, cuyo estatuto es el de seres subalternos, sin voz propia, enigmáticos e incomprensibles. Como se sabe, la construcción de este sujeto americano nativo la empezó Colón, en cuyos Diarios se registra la existencia de dos tipos de indios: los caníbales-caribeños, indomables y comedores de carne humana, y los araucos de las grandes Antillas, a quienes presenta, como recuerda Roberto Fernández Retamar en su memorable ensayo Calibán, como mansos, pacíficos, temerosos y hasta cobardes, lo cual, por cierto, no los salvó, igual que a los bravos caribeños, del exterminio por parte de los colonizadores. La producción de este homúnculo americano (como el perso­najillo del Fausto de Goethe) continuó en España a comienzos del siglo XVI con la bizantina disputa sobre si los indios tenían o no tenían alma y después ya como una política de dominación sobre las poblaciones indígenas del Perú con los cronistas toledanos con sus denuncias de las costumbres bárbaras de los Incas, como la existencia de sacrificios humanos. En el siglo XIX, en Facundo. Civilización o Barbarie (libro notable como narración, es preciso reconocerlo) y en Conflicto y armonía de las razas en América, Faustino Sarmiento, basándose en libros de los apologistas del colonialismo y de la superioridad racial europea (de corte prefascista tipo Renan), llamó "razas abyectas" a los indios de América, sostuvo "que nada será comparable con las ventajas de la extinción de las tribus salvajes", denostó a Ercilla por haber ennoblecido en su poema a Colocolo, Lautaro y Caupo­licán, de quienes dijo que no eran "más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar ahora, si reapareciesen en una guerra de los araucanos contra Chile", o bien cosas como esta: "… puede ser muy injusto exterminar salvajes, sofocar civilizaciones nacientes, conquistar pueblos que están en posesión de un terreno privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la América, en lugar de permanecer abandonada a los salvajes, incapaces del progreso, está ocupada hoy por la raza caucásica, la más perfecta, la más inteligente, la más bella y la más progresiva de los pueblos de la tierra". Otra fuente del pensamiento de Vargas Llosa en este tema fue el resurgimiento del hispanismo por obra de la Generación del 900 con Riva Agüero a la cabeza, como respuesta al planteamiento de Manuel González Prada, según el cual los indios de los Andes conformaban la base de la nación peruana, y en contienda con el indigenismo, que tomó un nuevo auge a raíz de la prédica de González Prada. Pero todas estas corrientes de pensamiento habrían permanecido aletargadas sin la coyuntura favorable a las derechas del mundo occidental con el hundimiento del mundo socialista europeo y la desaparición de la Unión Soviética y la imposición en el mundo capitalista del modelo neoliberal, una suerte de neodarwinismo despiadado en el que sólo sobreviven los más fuertes y adaptados al sistema. Con todo este bagaje, Vargas Llosa elaboró su tesis sobre las causas de la violencia en el Perú y el camino que debería seguirse para acabar con ella. Al respecto escribí: "Porque las raíces profundas de la violencia que conmocionaba al país había que buscarlas, según VLl, no en el maoísmo de SL sino en el enigma de la propia realidad andina, que con su demonología y barbarie constituye la verdadera causante, por ejemplo, de los sacrificios humanos que culminan en la novela con atroces actos de un ritual canibalesco". Por ventura, la fórmula de VLL para acabar con el atraso de las sociedades andinas difiere de la receta de Sarmiento: repobla­miento de las pampas argentinas con inmigrantes de raza caucásica previo genocidio de las razas nativas. No, lo que nuestro primer novelista propone es el desarrollo capitalista de la sociedad andina, con la transformación de los indios en medianos propietarios y en hombres libres capaces de fundar una burguesía indígena. Pero para ello los indios tendrían que renunciar a sus costumbres, su cultura, su identidad, a su propia alma, lo cual, por desgracia, implica otra forma de etnocidio. Ya he hablado en Los andes en la novela peruana actual de los aspectos formales de LA, que no se halla ni mucho menos entre las mejores ficciones de VLl (aunque unos pocos años después con La fiesta del Chivo retomó el camino de sus grandes novelas); pero aun cuando la tesis del libro es deplorable, y no está exento de episodios inauténticos y artificiosos, como los relativos a don Dionisio y la bruja Ariadna, el lector (como me sucedió a mí) no suelta el libro hasta el final, lo cual muestra el dominio de VLl del arte de la novela. Artísticamente, la parte más lograda corresponde a la serie de viñetas (como las estampas de Goya sobre la guerra) en que se describen terribles escenas de asesinatos cometidos por SL. Pero el cuadro es incompleto, pues faltan escenas de las atrocidades cometidas por las Fuerzas Armadas, como ejecuciones extrajudiciales, torturas y genocidios. Y también con estas omisiones el político avasalló al novelista.
La visión de Oscar Colchado del indio y las poblaciones indígenas procede de fuentes contrarias a las de Vargas Llosa, conocidas de manera directa o indirecta o en forma de ideas recibidas. Conjeturo que en la concepción de Colchado hay una tesis de fondo: la conquista y la dominación española truncaron de manera brutal el desarrollo de civilizaciones avanzadas de ese largo período histórico que Macera denominó el de la autonomía andina. Como los indigenistas de la generación de Alegría y Arguedas, tuvo en cuenta los testimonios de los cronistas indios y de los cronistas postoledanos como Garcilaso y la obra única en su género de Guamán Poma de Ayala. Basadre sostuvo que el indigenismo peruano e hispanoamericano se vio apuntalado por el movimiento europeo que a partir de Montaigne propuso imágenes positivas de los indios y que culminó con la obra de Rousseau. Todo este movimiento tuvo vasta repercusión en el pensamiento y la política y no es improbable que Colchado lo haya conocido. (En la dialéctica de amo-esclavo, es decir en la relación entre el colonizador y el colono, hay dos extraordinarias obras de la literatura universal que exponen dos modelos de comportamiento que no resisto la tentación de aludir a ellas. La primera es La tempestad de Shakeaspeare –que se inspiró en el ensayo de Montaigne "De los caníbales"– en la que este con las palabras caribe / caníbal creó el anagrama Calibán, antiguo rey de la isla, a quien Próspero a base de engaños lo despojó del reino y lo convirtió en esclavo; sin embargo Calibán conserva su espíritu indomable. En un memorable pasaje, en que Próspero se jacta de haberle enseñado a hablar, Calibán le responde: "¡Me habéis enseñado a hablar, y el provecho que me ha reportado es saber cómo maldecir! ¡Que caiga sobre vos la roja peste, por haberme inculcado vuestro lenguaje!". La otra forma de conducta se expone en la maravillosa novela Robinson Crusoe –"profecía del imperio" lo llamó Joyce– en que se destaca el rol civilizador del amo y la sumisión agradecida del siervo Viernes). Fuentes más cercanas fueron González Prada (entre otras cosas escribió: "todo blanco es más o menos un Pizarro, un Valverde, o un Areche"), Vallejo ("¡Indio antes del hombre y después de él!") y el pensamiento de Mariátegui y el marxismo que exaltaron el colectivismo agrario de los antiguos peruanos y el aporte de la antropología andina de la última mitad del siglo XX. A esto hay que agregar, la tradición de luchas de las poblaciones indígenas desde el Taky Onkoy, Túpac Amaru y Atusparia, y por último su vivencia personal en los andes de Ancash.
Si en LA Vargas Llosa ha querido jugarle a Arguedas en su propio terreno, incorporando personajes míticos como lo hizo aquel con los Zorros de su última e inacabada novela, en Rosa Cuchillo Oscar Colchado ha querido ir más allá del maestro no sólo tratando de fusionar la mitología andina con la realidad empírica, sino que ha querido mostrar el mundo indígena sin intermediarios, es decir, confiriéndoles voz propia a los personajes de la historia. En general, Arguedas utiliza la primera persona –el narrador es un niño o adolescente nacido en el seno de una familia misti, pero criado por indios– o la tercera persona, en que los personajes indios, mestizos, pequeños y grandes gamonales se van definiendo por sus respectivos idiolectos. Es verdad que Eleodoro Vargas Vicuña narraba las historias desde un yo o un nosotros, pero todos los personajes de Nahuín pertenecían a pueblos y comunidades mestizas de habla hispana. Lo nuevo, entonces, es que en RC los indígenas están mostrados desde adentro (aunque el lenguaje de Colchado tiene la huella de Vargas Vicuña), de modo que los Otros lo conforman los mistis y mestizos andinos y los mestizo criollos de la costa, una humanidad degradada por haber perdido su relación con los dioses y lo mágico debido al imperio desacralizador de la razón y el racionalismo.
Rosa Cuchillo es sin duda el libro más ambicioso e imaginativo de Oscar Colchado, que lleva a un extremo el realismo mágico o maravilloso y nos introduce en el mundo del cuento de hadas o de las leyendas donde dioses y hombres conviven: Rosa Cuchillo es en realidad la diosa Cavillaca que concibió a Liborio, más o menos el héroe de la historia (ontológi­camente sería un semidiós), en su ayuntamiento con el dios montaña (¿un apu?, ¿un auki?, ¿un wamani? Pedro Orcco). Ya en otra ocasión he contado al detalle el argumento de RC. Pero, en suma, la historia que narra el libro es la situación y el destino de un pueblo de indios sorprendido por una guerra que estremece los andes y el resto del territorio nacional. Este acontecimiento desencadena una serie de eventos mediante los cuales el autor, a través de la historia de los tres personajes centrales, expone la cosmovisión de las poblaciones indígenas que habitan los andes. En realidad, es una guerra que a "los runas" les es profundamente extraña, pues los senderistas que dirigen la guerra, con su "pensamiento misti occidental", son parte también de esa "otredad" degradada opuesta al mundo indígena. Sin embargo, los dioses, a través de la experiencia de Liborio –este había sido incorporado a la fuerza por un destacamento senderista y después de morir en un combate sube al Janan Pacha– lo envían de nuevo a la tierra para que organice otra guerra: la guerra de los runas, de los naturales del mundo andino para restablecer el orden que existía antes de la llegada de extranjeros usurpadores.
Entre las varias observaciones que se le pueden hacer al libro de Oscar Colchado hay dos que son centrales y están estructu­ralmente relacionadas. La primera tiene que ver con la cosmogonía indígena que Rosa Cuchillo revelaría, y la segunda se refiere a la voz y la visión narrativa. Un análisis textual mostraría que la cosmovisión no es exclusivamente indígena, sino que es el resultado del sincre­tismo, la simbiosis y la aculturación con el pensamiento y la fe del mundo cristiano occidental. Como ha mostrado la moderna historiografía, creencias que se consideraba originales y tenían carácter pan andino –por ejemplo, la noción de Viracocha como el dios creador andino– fueron obra de doctrineros y de órdenes religiosas como los jesuitas. La estructura trinitaria del trasmundo andino proviene del cristianismo y de Dante y el Janan Pacha, el cielo andino se parece al Olimpo homérico en el que los dioses intervenían en los asuntos y las pasiones humanas, mientras que el viaje de Rosa Cuchillo hacia el Janan Pacha para recuperar su condición de diosa se hace por una confusa geografía que parece provenir de una esquemática guía arqueológica. Y es que aun en los rincones más apartados del orbe ya no existen pueblos racial y étnicamente puros, lo cual no quiere decir que no posean particularidades y características propias. Por otro lado, si bien las voces narrativas se atribuyen a personajes indígenas, varios indicios nos remiten a la presencia de un autor oculto (un mestizo letrado, conocedor de la literatura occidental) que es el verdadero responsable de los discursos narrativos, en especial de ese "tú" que desde la muerte habla a la conciencia de Liborio y propone "el mensaje" de la novela.
De modo que, si volviendo a la propuesta inicial de este apartado, un lector extranjero leyera LA y RC se encontrará con dos tesis distintas sobre las raíces de la guerra interna que supone la existencia de dos universos, opuestos y antagónicos (no por cuestiones de clases sino de razas), de carácter fundamentalista. Las dos tesis difieren de la concepción arguediana, que en relación al problema agrario proponía la fusión del latifundio con las comunidades indígenas, mientras el Perú, signado por la heterogeneidad social y cultural, estaba conformado por distintas patrias, a las cuales había que vivirlas intensamente. Tanto las tesis de Vargas Llosa y Oscar Colchado presuponen la desaparición del mundo contrario; el autor de LA mediante el desarrollo capitalista de las poblaciones indígenas y RC mediante una restauración del mundo antiguo, no una revolución sino el desencadenamiento de un nuevo "pachacuti" ("…Una vez los naturales en el gobierno –dice Liborio–, rescataríamos también nuestras costumbres, nuestro idioma, nuestra Pachamama, a los jirkas, al dios Rayo y, quién sabe, al dios Sol"), lo cual sí implica una utopía arcaica y el desencadenamiento de la más irracional de la guerras, las guerras raciales.

LO CARNAVALESCO EN ADIÓS, AYACUCHO


Hasta donde he podido averiguar, Adiós, Ayacucho (1986) de Julio Ortega fue la primera novela (novela corta) que se publicó en el Perú en relación a la guerra senderista y la lucha antisubversiva durante el segundo gobierno de Fernando Belaúnde Terry. La primera frase con que empieza el relato, "Vine a Lima a recobrar mi cadáver", con su deliberado pero engañoso tono rulfiano (recuérdese el famoso comienzo de Pedro Páramo), introduce al lector en un territorio imaginario no regido por el principio de la verosimilitud basado en la mímesis. Y, como se comprobará líneas después, tampoco se trata de una novela concebida según la ya fatigante corriente del realismo mágico. Pienso que cualquier narrador consciente de su oficio se habrá hecho la pregunta de si frente a un acontecimiento tan desmesurado en horrores como fue la guerra interna, el realismo, en sus formas convencionales, puede ser el mejor método o el más eficaz para su representación artística. En cualquier forma, Julio Ortega eligió otro camino casi nunca transitado (por lo menos con decorosa competencia) en la narrativa peruana, pero con una larga tradición en la novela occidental. Bajtin, refiriéndose a Gogol (y mientras leía la nouvelle de Ortega recordé después de muchísimos años el maravilloso cuento "La nariz" del gran escritor ruso), caracterizó su arte como de realismo grotesco, cuyas notas centrales son la hipérbole, la imposibilidad empírica del suceso narrado, el empleo del disparate, del elogio y la injuria y, sobre todo, la unión orgánica de lo no serio con lo serio, de lo cómico con lo terrible. Y Julio Ortega (creo yo que con resultado estéticamente logrado) se arriesgó por este camino para contar, entre otras cosas, una historia simbólica que alude a los muertos y desaparecidos de la guerra, a los cadáveres mutilados, a los muertos vivientes que según la creencia popular errarán por el mundo mientras no sean sepultados por sus seres queridos.
Adiós, Ayacucho cuenta la odisea grotesca, cómica, carnavalesca, de Ángel Cánepa, un dirigente campesino de Quinua que tras ser acusado falsamente por la policía de terrorista, es asesinado, su cadáver es mutilado y una parte del mismo es enterrada clandestinamente, mientras envían a Lima, sede del gobierno, sus huesos restantes. Aunque mutilado (le faltan una pierna, un brazo, un ojo…) Cánepa no pierde su identidad, logra escapar de su entierro y empleando los más diversos vehículos emprende el viaje a la capital donde, con su figura imposible, esperpéntica (en un pasaje se le describe "como uno de esos Cristos horrorosos" de los artesanos indios), pretenderá entregar (como un Guamán Poma redivivo) una carta a Belaúnde reclamando sus huesos. La serie de aventuras estrafalarias, lucianescas, que le ocurren al cadáver viviente mientras atraviesa la zona de emergencia, confieren a la historia su verdadero sentido: se trata de una definición en tono cómico del Perú –que implica una indagación sobre las causas de la guerra interna– y de una reedición mestiza y delirante del mito de Incarrí. Ya en Lima –donde le pasan nuevas y absurdas aventuras–, el cadáver de Cánepa, previa masacre de la policía durante un mitin, logra alcanzarle su carta reclamo a Belaúnde, pero este no la lee y la pierde en el tumulto. Guiado, entonces, por el Petiso, un vivaz niño de la calle, entra a la Catedral y al descubrir el catafalco donde reposan los probablemente falsos huesos de Pizarro, Cánepa sabe que ¡al fin! ha encontrado la tumba donde hallarán reposo sus huesos. De modo que abre la urna, saca la calavera y otros huesos de Pizarro y completa con sus propios huesos el cadáver apócrifo.

jueves, 9 de agosto de 2007

Poetas de la primera serie de la Colección País Imaginario





País Imaginario reúne a los más importantes escritores de América Latina. Cada uno de ellos son activos promotores de la poesía en sus respectivos países. Lo que los une es ese espíritu por derrocar los límites territoriales. El motivo de publicarlos a través de esta colección es afirmar que desde la escritura se puede apostar por una cultura de paz que nos integre.


HÉCTOR HERNÁNDEZ MONTECINOS


Nació en Santiago (Chile) en 1979. Es Licenciado en Literatura (P. Universidad Católica de Chile). Doctor © en Filosofía mención Teoría del Arte (Universidad de Chile). Ha escrito en poesía No! (2001), Este libro se llama como el que yo una vez escribí (2002) y El barro lírico de los mundos interiores más oscuros que la luz (2003), los cuales aparecen reunidos en [guión] (Santiago: LOM, 2007), que es el libro hermano de [coma] (Santiago: MANTRA editorial, 2006) que reúne su trabajo poético del 2004 a la fecha. Putamadre (2005) es el primer volumen de una trilogía recopilatoria preparada por la editorial peruana Zignos, Segunda mano (2006) es el tomo siguiente. Ha sido becario del Consejo Nacional del Libro y la Lectura como ensayista (2003) y como poeta (2006), del FONDART para realizar su doctorado (2004 y 2005), de la Fundación Pablo Neruda (2005) y de la Fundación Andes (2005). Textos suyos aparecen en diversas antologías y revistas en Latinoamérica, EEUU y España. Algunos han sido traducidos al alemán, inglés, francés, catalán y vasco. Ha sido invitado a festivales de poesía en Argentina, Brasil, Chile, México y Perú. Escribe regularmente sobre literatura, subjetividad, cultura, arte y género en diversas publicaciones nacionales y páginas Web, por los que ha participado en varios coloquios internacionales sobre dichos temas.



MAURIZIO MEDO FERRERO

Nació en Lima en el año 1965. Desde el año 2003 reside en la ciudad de Arequipa. Ha publicado los poemarios: Travesía en la calle del silencio (1988), Cábalas (1989), En la edad de la memoria (1990), Contemplación a través de los espejos (1992), Caos de corazones (1996), Trance (1998), Limbo para Sofía (2004) – distinguido con el Premio de Poesía José María Eguren 2004 - El hábito elemental (2004), Manicomio (2005, 2006). El libro en su nueva versión aparecerá en Lima antes de fin de año -, La trovata (2006) – se han publicado sus cuatro primeros capítulos. Su versión completa, 32 capítulos, aparecerá el próximo año. Junto con Raúl Zurita editó La letra en que nació la pena, Muestra de poesía peruana 1970-2004, (Lima, 2004) y junto a Eduardo Milán la conversación Escribir contra la pobreza: sobre poesía latinoamericana actual (México, 2004). Recientemente ha venido colaborando con revistas como Luvina y Oráculo (México) así como en Voz Otra (también de México) en donde es miembro del Comité Consultivo. Poemas suyos han aparecido en diversas antologías. Es editor de la revista de poesía latinoamericana Rusticatio. Colabora con AQPCULTURAL y se desempeña en la docencia en diversas instituciones y en talleres privados.


ERNESTO CARRIÓN

Nació en Guayaquil (Ecuador) en 1977. Ha colaborado con la prensa escrita, realizado trabajos de crítica literaria, ejercido la docencia y participado en encuentros literarios fuera y dentro de su país. Textos suyos han aparecido en revistas y antologías latinoamericanas realizadas en México, Chile, Guatemala, Argentina, Venezuela, Perú y España. Ha trabajado en poesía el libro La muerte de Caín, cuarteto formado por los poemarios: El Libro de la Desobediencia (2002), Carni vale, Premio Nacional de Literatura “César Dávila Andrade”(2002), Labor del Extraviado (2005) y La Bestia Vencida (2004). También participó en el libro colectivo Porque nuestro es el exilio, Eskeletra editores, Quito (2006). Ganó el Premio Latinoamericano de Poesía “Ciudad de Medellín”, el 2007.



JORGE HURTADO

Nació en Casa Grande, (Perú) en 1976. Ingeniero Industrial, egresado de la Universidad Nacional de Trujillo. Poeta, narrador y periodista. Publicó las plaquetas de poesía: Óxido y Sucias Palabras; la mayor parte de su poesía está inédita. Ha publicado en las revistas Las Sumas Voces, Aspermia, Umbral y otras. Una selección de sus poemas están publicadas en la antología 18 poetas latinoamericanos (Zignos, 2006). Eventualmente publica una columna en el diario Correo, fue parte del proyecto periodístico Plural (Trujillo), actualmente escribe en la revista Las Sumas Voces. Obtuvo el primer premio en el 2° Concurso de Cuento de la Feria Internacional de Libros de Trujillo, el año 2005.


JOSÉ MANUEL BARRIOS

Nació en Montevideo (Uruguay) en 1983. Es poeta e investigador. Ha Participado en varios congresos internacionales de Literatura. Participó como Ponente en el encuentro “Jóvenes en Poesía” realizado en el Cabildo de Montevideo en noviembre del 2006. Ha trabajado en el colectivo artístico Cuarteto Prozac, dirigido por el performer y artista plástico Raúl Nuñez. En poesía ha escrito: Treefingers (2005): escrito bajo el pseudónimo de Pablo Polyéster (inédito), su segundo libro DEMOCRACIA, fue seleccionado como proyecto ganador en el marco del programa Fondos Concursables para el Fomento Artístico y Cultural, convocatoria 2007, Ministerio de Educación y Cultura, Republica Oriental del Uruguay. Actualmente trabaja en el proyecto de investigación Los Manuscritos de Jacinto Ventura de Molina, financiada por el fondo Clemente Estable del Ministerio de Educación y Cultura (Uruguay). Además trabaja como colaborador del periódico La Diaria (Montevideo) donde escribe artículos de periodismo cultural.




ALAN MILLS

Nació en Guatemala en 1979. Es poeta, ensayista y traductor. En el año 2002 recibió el premio Revelación del año en Letras que otorga la Fundación Vicenta La Parra, Fundación Von Humboldt y el Ministerio de Cultura de Guatemala. En su país, es miembro del Consejo Editorial de la revista Magna Terra, es columnista del diario guatemalteco Siglo Veintiuno. Ha publicado Los nombres ocultos con Magna Terra Editores (2002), Marca de agua, con Editorial Cultura de Guatemala y Poemas sensibles con Editorial Praxis de México (2005). Ha participado en festivales de poesía en Centroamérica. Algunos de sus poemas aparecen en antologías en México, España y Guatemala. Es director de la revista virtual de poesía latinoamericana “Rusticatio”. Ha participado en el V Festival Internacional "La poesía tiene la palabra” organizado por la Casa de América en Madrid, y en otros encuentros en América Latina.





ALEJANDRO TARRAB

Nació en la ciudad de México en 1972. Poeta y ensayista. Es licenciado en ciencias de la comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, realizó estudios de lengua y literatura hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente escribe su tesis para obtener el grado de maestro en letras por la UNAM. Publicó los poemarios Siete Cantáridas (Ediciones Sin Nombre, 2001), Centauros (Ediciones del Ermitaño, 2001), Litane (Cuadrado Negro, 2006) y, en coautoría con Jacobo Sefamí, la antología Mi mejilla es el cielo estrellado (Aldus/ Conaculta/ Instituto Coahuilense de Cultura) del poeta chileno Raúl Zurita. Parte de su obra fue incluida en El manantial latente. Muestra de poesía mexicana desde el ahora: 1986-2002 (Tierra Adentro, 2002). Obtuvo la beca Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en los periodos 2004-2005 y 2006-2007. Ha participado en festivales internacionales de poesía como Chile Poesía (2005), Estoy afuera (2005) y Poquita fe (2006). Actualmente el poeta radica en Madrid.

miércoles, 8 de agosto de 2007

selección de cuentos Ancashinos

Ancash. Cuentos infantiles
Selección, prólogo y notas de Ricardo Ayllón

Esta nueva antología regional de cuentos (que forma parte de la flamante Biblioteca Perú Infantil), trae un repaso representativo de algunos exponentes de la narrativa ancashina, tomando en cuenta la variedad y heterogeneidad de sus propuestas temáticas, estilísticas y técnicas; distinguiendo el espacio representado desde el universo recreado y el lenguaje propuesto. Bajo estas premisas, el pequeño lector se encontrará frente a una rica variedad expresiva y un imaginario diverso, en el cual existe espacio no solo para la imaginación y la fantasía, sino también para las pautas ineludibles de su convivencia dentro de la realidad que habita. Ancash. Cuentos infantiles (Ediciones Altazor, 2007), está bellamente ilustrado y reúne cuentos de Dante Lecca, Áureo Sotelo Huerta, Rosa Cerna, Óscar Colchado y Teófilo Villacorta Cahuide, narradores que conforman el diverso y dinámico destacamento literario de la costa y ande ancashinos.

martes, 7 de agosto de 2007

Nacimos para perder...Simplemente cuentos

En este libro encontramos historias donde el dolor y el fracaso son, aparentemente, la bandera del mundo; pero también hallamos ganas de vivir, amistad y, sobre todo, aprendizaje. Nacimos para perder nos entrega veinte cuentos cargados de humor e ironía. La vida y la muerte, los fracasos y los triunfos, forman parte de las eternas búsquedas de los personajes. Este no es un libro de auto ayuda, tampoco un manual del fracaso, es una colección de relatos que mantendrá en vilo al lector, por lo cercano de sus situaciones y planteamientos, llegando a tocar –con seguridad– parte de nuestra historia personal. El despertar de un niño al amor, la frustración femenina del desamparo, el anciano ilusionado con el triunfo, un hombre perdido en su soledad, el escritor famoso acosado por su fama, los choques con la realidad social, son solo algunos de los temas urdidos en estas páginas, que, sin querer (o tal vez queriendo) plantearán disyuntivas sobre las facetas del alma humana. Nacimos para perder. Simplemente cuentos (Editorial Casatomada, 2007) es una antología nacional de jóvenes narradores peruanos, donde participan Fernando Iwasaki, José Güich, Carlos Rengifo, Pedro Llosa, José Donayre, Gonzalo Málaga, Miguel Ildefonso, Ricardo Ayllón, Max Palacios, Rocío Uchofen, Manuel Cadenas, Santiago Roncagliolo, Julio César Vega, Omar Benel, Diego Trelles, Antonio Moretti, Miguel Ruiz Effio, Hernán Polo y Claudia Ulloa Donoso. Este trabajo ha sido compilado por el escritor Gabriel Rimachi Sialer.

poema de Miguel Ildefonso. Lima, 1970.



[VELATORIO]

Hace tiempo quiero decir que aquí la vida no vale
nada
ni pan para remojar en té
Una se pasa viendo y viendo cómo se van apagando
las velas del Señor
Oh dichosa ventura!
Aquí nadie (ni César) tiene vela en este entierro
pero toditos tienen sed Cruz de Yerbateros hueso roto
y hablan como una maldición
Ya no quiero ver caras de sapos borrachos
ya no quiero resignación
porque hoy después de tantas y tantas palabras
me ha dado una rabia
una rabia que se ha abierto como un foso
hoy por ejemplo no ha venido la luna
sólo han entrado las moscas atraídas por los lirios
y la oreja del perro
Pero a qué viene tanto silencio amor? Ese ventarrón
las tripas roncan como la puerta y la ventana
y yo ya no tengo lágrimas por lo menos desde hace
veinte años
Hoy es té mañana será llantén
y esta casa que es muy vieja será más vieja que yo
Todo Señor menos ver cómo se va apagando la última vela
así como se apagó la vida de mi hijo.

dos poemas de Jose Carlos Yrigoyen



Dos poemas de José Carlos Yrigoyen


Los nombres de los que en mis brazos estuvieron
no son ya un recuerdo malo, una imagen de culpa.
Cristian. Santiago. Renzo. En el asiento trasero
del auto abandonado de aquel arenal, los esperaba
con las piernas descubiertas, con esas palabras
aprendidas de mis libros para nuestros encuentros,
dichas en voz alta, para que pudieran entenderme,
en el fondo del asiento, maquillado como un muerto.
Sus nombres ya no me producen remordimientos,
solamente la duda esa que sentimos todos,
si alguna vez fui para ellos una chica en serio.


Dime si hay despertar más terrible
que el de quien al alba se encamina tras la memoria;
cuando paseábamos por las calles abrazados,
sin inquietarnos, y esos largos besos
en una calle desierta rodeados por el brillo del mediodía
eran nuestro gran emblema de complicidad.
Pero triste es saber ya pasados esos días de placer
y ahora, desandando, reconocer estos lugares
apenas como el decorado de una despedida.


(Los días y las noches de José Carlos Yrigoyen)
Álbum del Universo Bakterial, 2005.