lunes, 15 de diciembre de 2008

Para Le Clézio, la literatura no puede cambiar el mundo


Jean Marie Le Clézio, ganador este año del Premio Nobel de Literatura, pintó el anterior domingo, a pocas horas de recibir el mayor galardón literario del planeta, un panorama pesimista de las posibilidades que tiene la literatura para generar cambios en la sociedad, aunque al mismo tiempo la consideró de una importancia capital e inédita.

“Desde hace algún tiempo el escritor ha dejado de tener la arrogancia de creer que puede cambiar el mundo o de que sus relatos y novelas forjan un mejor modelo de vida. Hoy sólo quiere ser testigo”, consideró el autor francés en Estocolmo.

Incluso a ese papel de testigo se llega en contadas ocasiones, dio a entrever el narrador de 68 años durante su discurso en el antiguo auditorio de la Bolsa de Estocolmo. “El escritor quiere ser testigo, pero la mayor parte del tiempo no es más que un simple voyeur”.

Autor de más de 30 libros, Le Clézio tomó el título de su discurso, “En el bosque de las paradojas”, de una frase del literato sueco Stig Dagerman, que alude a un escritor que “todo lo que quería era escribir para aquellos que pasan hambre, y ahora descubre que sólo quienes tienen suficiente para comer cuentan con el suficiente ocio como para preocuparse por su existencia”.

Le Clézio afirmó que comparte el pesimismo y la desazón de Dagerman más que el “análisis comprometido” del filósofo italiano Antonio Gramsci o “la apuesta desilusionada por el libre albedrío” de su compatriota Jean-Paul Sartre.

A pesar de todo ello, el nuevo Premio Nobel consideró que la literatura es hoy más necesaria “que en tiempos de Byron o Víctor Hugo”. Y es que los escritores, añadió, son los encargados de velar por la lengua, y por lo tanto es imposible prescindir de ellos. “La lengua es el invento más esplendoroso de la humanidad. Va por delante de todo, y de todo forma parte”.

El autor también adoptó una postura crítica ante los avances informáticos e internet, que podrían contribuir a formar una “nueva élite” debido a la imposibilidad de que todo el mundo cuente con un acceso igualitario a la tecnología. Pero defendió sus posibilidades como difusores de noticias y el consecuente poder para evitar conflictos. “Si entonces hubiese existido internet, tal vez la trama criminal de Hitler no habría podido triunfar”.

La búsqueda irresuelta y plagada de contradicciones llevada a cabo por todo escritor sirvió a Le Clézio para retomar el símbolo del movimiento a través de un bosque espeso, que enlazó a su vez a sus experiencias en el extranjero y en especial su relación con los indígenas en Centroamérica.

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