lunes, 15 de diciembre de 2008

La frontera en la literatura latinoamericana


Cuando pensamos en literatura latinoamericana inmediatamente nos remitimos a los escritores de la segunda mitad del siglo XX, conocidos como los autores del boom. Sin embargo, no podemos pensar en este diverso grupo como producto de la generación espontánea, ya que si rastreamos la producción literaria latinoamericana del siglo XIX podemos encontrar allí algunos antecedentes difíciles de ignorar. Pero, además, debemos pensar también el papel que jugó la frontera en el desarrollo de esta literatura, pues, a diferencia del siglo XIX, esta generación de escritores trató de alejarse de las ciudades americanas artificialmente europeizadas, para buscar en la frontera el verdadero ethos latinoamericano.

Uno de los primeros autores que quiso pensar la identidad latinoamericana fue Domingo Faustino Sarmiento. En su novela Facundo, civilización o barbarie, el argentino presenta una dicotomía entre la ciudad civilizada, representada en Buenos Aires, y el interior bárbaro, representado en las pampas y en las figuras de los federalistas Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga. Sarmiento buscaba ofrecer una interpretación criolla de la identidad latinoamericana, pero el arraigo de la cultura europea en este continente, especialmente en Argentina, confundió al autor, que terminó ofreciendo una versión desprevenidamente europea.

Durante los primeros años del siglo XX, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Mexicana generaron un desencanto en el continente americano hacia lo europeo y una reivindicación de los valores indígenas. En este contexto empezaron a echarse las raíces de una nueva forma de hacer literatura, que comprendía géneros como la novela de la tierra, el indigenismo y el realismo mágico. Con estas nuevas formas, que se alejaban de la influencia europea, se buscaba explorar la relación existente entre los valores urbanos y los del interior para determinar la verdadera esencia de lo latinoamericano. Estos escritos no pueden ser considerados estrictamente novelas de frontera, pero se acercan a ella en busca de una identidad verdadera.

La Vorágine, del escritor colombiano José Eustasio Rivera, es un claro ejemplo de lo que se han llamado novelas de la tierra. Esta obra narra la vida de un hombre que abandona su finca ganadera para ir a buscar suerte en las junglas de la frontera colombo-venezolana en la exploración de caucho, de manera similar a como los españoles se aventuraron en la temprana colonia en la búsqueda del Dorado. Es sorprendente que no sólo Rivera interna sus narraciones en los territorios más alejados de la “civilización”, pues en otros autores, como el uruguayo Horacio Quiroga, también se pueden encontrar experiencias parecidas.

La novela indigenista tuvo en algún momento gran prestigio académico, pues las ciencias sociales empezaron a simpatizar con la causa indígena durante los años sesenta. Aquí vale la pena mencionar la sensibilidad de la literatura para explorar temas que en la ciencia estarían de moda algunos años más tarde. Autores como Jorge Icaza, José María Arguedas y Ciro Alegría desenterraron el pasado indígena en busca de elementos que permitieran consolidar la identidad continental. Estos autores no siempre pretendían poner al indio como el verdadero hombre americano, sino que buscaban incluir aspectos indígenas, que históricamente habían sido ignorados, como determinantes de nuestra identidad.

Finalmente está el realismo mágico, tal vez el genero que mejor conocemos los colombianos de los tres aquí mencionados, gracias a la notable influencia de Gabriel García Márquez. Este tipo de novelas se aleja de la supuesta superioridad de las grandes ciudades y propone buscar la identidad latinoamericana en sociedades pobres y con alto grado de mestizaje, como la de la costa Atlántica colombiana. La idea, al igual que en los otros casos, no es desentrañar la fuente de la identidad continental, sino explorar diferentes facetas de nuestra forma de ser, para así construir una verdadera identidad que no deje elementos importantes al margen de las interpretaciones.

Como se puede ver, la literatura latinoamericana del siglo XX quiso corregir las distorsiones que nos habían dejado los autores del XIX para desenmascarar al verdadero hombre americano, que en alguna medida sigue sin ser revelado. Se podrían hacer aquí muchas reflexiones más acerca de cómo la literatura ha buscado lo verdaderamente americano en la frontera, pero para encontrarlo es necesario acercarse más a la obra de estos autores. Por este motivo, queremos invitarlos a leer a escritores como Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Rómulo Gallegos, Augusto Roa Bastos, además de los que ya nombramos entre muchos otros más. Tal vez sea en la literatura donde logremos encontrar la identidad que llevamos ya varios años buscando.

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