domingo, 21 de diciembre de 2008

ENTREVISTA


Augusto Rubio: “El periodismo literario
salvaría a los diarios de quedarse sin lectores”

Premiado recientemente con el primer lugar en el Concurso Nacional de Periodismo CVR+5, organizado por el Consejo de la Prensa Peruana y el Movimiento Ciudadano “Para que no se repita”, el escritor y periodista chimbotano Augusto Rubio Acosta conversa en exclusiva con “La Industria de Chimbote” para darnos mayores alcances de este triunfo tan significativo y su opinión particular sobre la tarea periodística en el Perú.

Ricardo Ayllón

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Previo a este importante premio, obtuviste el año pasado uno similar convocado por el Ministerio de la Mujer.
Sí. Fue también un Premio Nacional de Periodismo al que me presenté con una crónica cuyo tema era en esencia el de la mujer postergada que lucha por alcanzar la dignidad. Mi texto, titulado “De cómo alcanzar la libertad”, estuvo basado en la historia e imagen de una mujer porteña reconocida por muchos chimbotanos, la luchadora social Tía Sara-Sarandonga.

Entonces la coincidencia entre estos premios es que ambos recaen en el mismo género, la crónica, y en que se trata de premios nacionales. Y la diferencia, en que el último está orientado al tema de los derechos humanos basado en los hechos producidos por la reciente guerra interna. ¿Cuál fue tu primera impresión al enterarte que ganaste este segundo concurso?
Antes que nada debo decir que cuando me enteré que participaban doscientos sesenta y dos trabajos, sabía que tenía menos posibilidades que en el concurso del Ministerio de la Mujer donde se presentaron escasamente ciento ochenta. Además que este certamen, el de la CVR, es de mayor alcance pues han intervenido periodistas de todas las regiones del Perú. Sin embargo, de pronto me llamaron a Chimbote para decirme que era finalista y que debía venir a Lima para la premiación oficial el cuatro de diciembre. Ya cuando recibí el veredicto final del jurado, mi primera impresión fue de sorpresa, pero luego me sentí muy bien; y es que como vengo escribiendo crónicas desde hace muchos años, sentía que por fin alguien se estaba fijando en mi trabajo, cosa que no ocurre en mi ciudad natal donde tengo la impresión que no se han dado cuenta de las cosas que escribo.

¿Y por qué la crónica, Augusto? Me parece que te estás involucrando casi exclusivamente en este género debido a que te produce un sentimiento especial, quizás en él te sientes más cómodo o auténtico.
Yo estudié periodismo en San Marcos y desde ese tiempo ya hacía crónicas; mi aproximación a la literatura creo que se produce como una consecuencia de ello. Sin embargo, durante los últimos años la literatura ha permitido desarrollar mucho mejor mi labor como cronista, llegando a hacer lo que se conoce como periodismo literario, es decir la crónica enriquecida por las herramientas de la literatura, como el usar la ruptura de los tiempos o narradores simultáneos; elementos en los que un periodista que no tiene que ver nada con la literatura, no se fija.

¿Tienes algunos referentes peruanos o extranjeros?
Sí, tengo varios. Entre los de afuera, principalmente Kapucinsky, Villoro y Lee Anderson. Y entre los peruanos, me gusta mucho lo que hace Julio Villanueva Chang y quienes escriben en la revista “Etiqueta negra”. Soy un entusiasta lector de revistas latinoamericanas de crónica.

¿Realmente crees que le vendría bien al lector de diarios el que se haga más periodismo literario?, ¿no te parece que se corre el riesgo de confundir al lector al ponerlo en el delgado hilo que separa la información real de la ficción?
No, al contrario. Me parece que es necesario el periodismo literario porque cada vez menos gente lee periódicos y, en esa medida, este género periodístico enriquece y hace más sabrosa la lectura. No me cabe la menor duda de que esto salvaría a los periódicos de quedarse sin lectores.

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Siento que hay una característica específica en tus temas, el universo de lo marginal cuando se trata de Chimbote; y por otro lado, el de la violencia política que has plasmado en parte de tu narrativa y ahora en este premio. ¿Coincides con ello?
El hecho de que haya escrito cuentos, crónicas y hasta poemas sobre espacios marginales y sobre gente desposeída o que no tiene voz, es de algún modo solo una coincidencia, pues no es el único tema, manejo otros. Actualmente, por ejemplo, estoy concluyendo la segunda edición de mi libro de crónicas “Mundo cachina” y allí se verá cómo he diversificado mi temática. Además estoy preparando una selección de cuentos sobre violencia política en Áncash, donde notarás que hay numerosos autores que han escrito sobre este tema en nuestra Región, y que la gente no conoce.

Hablemos de la crónica con la cual has ganado este premio. ¿Cómo conociste al personaje y qué te llevó a escribir sobre él?
Conocí a Hernán Mayhua cuando yo tenía dieciséis años. Era 1990, recién llegaba a Lima a estudiar, y me instalé en una pensión de muchachos de provincias en el distrito de Pueblo Libre, en una calle llamada General Clement. Fue en ese lugar donde conocí a Hernán, un joven que recién llegaba de un caserío que se llama Aranhuay, en Ayacucho. Él trabajaba en esta pensión limpiando los servicios higiénicos y haciendo todo tipo de mandados. Se trataba de un tipo bastante callado y su característica era que usaba unos enormes mocasines regalados por la familia de la casa, por eso le pusimos el sobrenombre de “Zapatazo”. En esos años Sendero Luminoso había comenzado a entrar con fuerza en Lima y los famosos apagones eran permanentes. Mi amistad con Hernán fue muy intensa porque conversábamos continuamente, y como su vida me pareció interesante, comencé a tomar nota sobre ella en una libreta. A él lo conocí en el 90, pero lo dejé de ver unos años, tiempo en el que trabajó en una bodega, luego él puso su propia bodega, en la calle Cueva de Pueblo Libre, donde lo volví a encontrar y a conversar nuevamente de las atrocidades que había vivido en su pueblo: cómo fue que su madre desapareció, cómo su hermana fue violada y cómo le cortaron una oreja. Sentía que todo aquello era material que en algún momento me iba a servir, y mantuve guardada esta libreta de apuntes durante todos estos años; cuando se presentó la oportunidad del concurso la recordé, me puse a buscarla entre mis papeles viejos y, cuando la hallé, decidí darle forma a esta crónica.
Fue como exhumar un tema enterrado de tu juventud.
Así es. Aunque en lo personal fue también una situación interesante en la medida en que así como Hernán fue un desplazado por la violencia, un desarraigado viviendo en Lima, yo me sentía igual porque venía de Chimbote, donde en ese tiempo no había universidad, y me asumía como un trasplantado en otro lugar.

El jurado de este concurso ha estado conformado por periodistas altamente calificados, como Enrique Zileri, director de la revista “Caretas”, entre otros. ¿Ellos han dado una opinión personal de tu crónica?, ¿se han referido a los criterios específicos por los cuales obtuvo el primer lugar?
Sí, para empezar sentían curiosidad por conocerme. Conversé con Alberto Ku King y Enrique Zileri, quienes, además, se mostraron interesados en saber más sobre el tema de la crónica y el personaje. Ellos han manifestado que a pesar de que mi premio fue en prensa regional, si habría habido una fusión entre prensa regional y nacional, el mío hubiera sido el ganador ya que el otro texto solo fue un informe periodístico, un texto más esquemático; y Zileri, por ejemplo, manifiesta que él prefiere que se quiebre el contexto netamente informativo, que aparezca, por ejemplo, el personaje con su propia voz. Respecto al acta firmada por el jurado, éste señala que los méritos del texto recaen en las características narrativas y, sobre todo, en la visión particular del protagonista; además, que se hace una polarización entre los dos tipos de violencia; en este caso la violencia citadina, donde entro yo como personaje, y la del campesino desplazado.

Este premio junto con el anterior, y esta suerte de bagaje que comienzas a obtener como cronista, ¿hacia dónde crees que te está llevando?, ¿qué planes o qué perspectivas ves para tu carrera periodística?
Quizá no esté bien que yo lo diga, pero una de las posibilidades que se me ha presentado es escribir en la que considero la revista más importante del país, como es “Caretas”. Ya escribí mi primera crónica sobre un partido del Alianza Lima que se ha publicado la semana pasada en la revista. Junto con ello, creo que seguiré inmerso en este bello género que se ha hecho tan inherente a mí; además continuaré haciendo talleres de periodismo, seguiré con mi narrativa y mi poesía; ya tengo un poemario listo que he titulado “Poemas de cualquier tarde”, que es una recopilación de mis dos libros anteriores con textos recientes.

Hay mucho por hacer, entonces.
Así es. Y quiero aprovechar esta conversación para agradecer a mi familia que es pequeña pero que siempre ha creído en mí. Agradecer a los escasos lectores que tengo, y decirles que voy a seguir escribiendo porque la vida que tengo me la he forjado así, escribiendo. Finalmente, que lo positivo de estar desempleado por un largo periodo de tiempo es que me ha permitido leer a mis anchas y escribir con libertad. Eso no quiere decir que no esté buscando un trabajo, lo que ocurre es que los medios de Chimbote no se ajustan a lo que yo escribo; están en otra onda, solo les interesa los escándalos políticos, lo mediático y el fútbol. No hay espacio para las cosas que hago, para las crónicas que escribo.

Leyenda Foto 1: (Sin leyenda).
Leyenda Foto 2: GALARDONADO. Junto a Enrique Zileri y una colega chiclayana, durante la entrega de premios.
Fuente: La Industria de Chimbote

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