martes, 7 de abril de 2009

Escritores en el limbo

El pasado noviembre fallecía uno de los gurús de la ciencia-ficción contemporánea, Michael Crichton y esta mañana leíamos en The New York Times que la editorial HarperCollins tiene ya entre manos dos nuevas novelas del escritor estadounidense -una, terminada y la otra, esbozada- que podrían ver la luz a lo largo del 2010.

por Cristina Castillón

La primera, titulada Pirate Latitudes y ambientada en la Jamaica del siglo XVII, caerá en manos de sus fans, tras una "ligera" revisión, al cumplirse el primer aniversario de la muerte del creador de Urgencias. Según su editor, Jonathan Burnham, firmó esta obra mientras terminaba su última novela, Next. La segunda es un thriller tecnológico, marca registrada del creador de La amenaza de Andrómeda y Parque Jurásico, compuesto por apenas unas páginas.

Según Brunham, "hay notas e indicaciones acerca de la dirección en la que iba la novela (inacabada)", así que ha puesto el cartel de Se busca negro literario de alto nivel. Se valorará experiencia. Ambas obras podrían tener tirajes en Estados Unidos de más de un millón de ejemplares.

No ha trascendido la última voluntad literaria del escritor, pero es gratis preguntarse: ¿Es lícito publicar textos póstumos cuando de inédito tienen más bien poco y de refritos de ambiciosos ayudantes, desconsoladas viudas o ávidos editores bastante más?

Los ataques de El Chacal

Hace unos meses, los medios de comunicación y los lectores éramos testigos de la batalla encarnizada entre herederos de Vladimir Nabokov. El padre de Lolita ordenó incinerar unos textos inacabados que tres décadas después su hijo y el implacable agente literario Andrew Wylie, más conocido como El Chacal, han vendido al mejor (o más insistente o más respetuoso) postor. Anagrama se ha llevado el gato al agua en lengua española y publicará El original de Laura.

Si una novela, se quedó en un cajón, quizá deberímos respetar los deseos de su autor. No todo es publicable, no todo es público. Julio Cortázar contaba que gran parte de su trabajo creativo terminaba en la papelera o en algún rincón de la cómoda, entre los calcetines, porque según él no era lo suficientemente buena para ser publicada. No todo es escrito para ser leído o mejor dicho, no todo es escrito para ser comprado. Sin embargo, desde hace 20 años degotean sus escritos.

Este mes llegaban noticias de inéditos de Roberto Bolaño (El Chacal contraataca) y Arthur Miller. Y los fans del ya fallecido Stieg Larsson, el nórdico que llegó del frío para arrasar en las librerías mediterráneas con sus trilogía Millenium, buscan incansables en los foros más rumores de una cuarta entrega, inacabada y enterrada en alguna carpeta de Mis Documentos.

Las obras póstumas, inéditas, inacabadas o las notas escritas a lápiz en el borde de un ticket del Caprabo de cualquier autor de culto o best-sellerista deben estar en un museo, pero no en las librerías. Son un legado cultural, aunque a veces sus textos (y su voz) se utilicen para vender coches.

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