domingo, 7 de octubre de 2007

Dos futuros Nobel



Edgar Lawrence Doctorow (Nueva York, 1930) y Amos Oz (Jerusalén, 1939) son dos autores poco conocidos por el gran público en el sentido de que no son vendedores masivos pese a ser dos de los escritores vivos más prestigiosos y con un sinnúmero de premios literarios. Dos autores para leer antes de que un jueves de octubre sus nombres empiecen a estar en boca de todos y llenen las portadas de los periódicos y las aperturas de los telediarios con la concesión del Premio Nobel de Literatura.

Recomendables por varias razones, por lo que cuentan y por cómo lo hacen. En ellos no todo es tema (a diferencia de los autores a quienes sobre todo se les elogia el "argumento interesante") ni todo es forma. Logran una muy buena combinación entre razón y sensibilidad; temas interesantes e importantes, aliñados de reflexiones y sabiduría y dominio del lenguaje. Los dos hablan del presente de sus países a través de la reconstrucción de episodios del pasado. Recuerdan y tienen a la Historia como el mejor espejo.
Mientras Doctorow repasa la historia de Estados Unidos (guerra de Secesión o años de entreguerras) para señalar las huellas que ha ido dejando dentro y fuera; Oz mira también de frente la cultura de su Israel, la vida familiar, social y política para promulgar el compromiso de la armonía entre israelíes y judíos, incluso desde la autobiografía. Otras veces, Oz se decanta por esas otras huellas que acompañan siempre a las personas y que se llaman ilusiones ya sea de amor y toda clase se sentimientos, y de bullas y silencios. Dos escritores que enseñan a ver la vida desde la sencilla sensibilidad.

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