lunes, 27 de abril de 2009

La noche del 24.

Ancashino César Quispe triunfa en premio internacional de poesía


La noche del 24 de abril, como de costumbre, prendí el computador y me conecté al Messenger pensando en las novedades que podían tener mis contactos. Si bien, acostumbrado ya, suelo recibir algunas noticias que no son tan gratificantes, esta vez si tuve una que me alegró el día.

Durante las últimas noches, algo no muy común, mi entrañable amigo de letras y de charlas nocturnas, el poeta y artista plástico Cesar “Cholito” Quispe, como solemos decirle de cariño, empezó a conectarse diariamente. Algo muy extraño estaba sucediendo, pensé.

Aquella noche del 24, día de su cumpleaños, entró, para variar, al Messenger. Mientras me acomodaba en mi maltrecho e incomodo escritorio, la lucecita anaranjada y el sonidito, que sordamente jodía, me avisaban que alguien se estaba comunicando conmigo. Abrí la ventana y pude ver que se trataba de él. Con una desesperación mi ventana se empezó a embutir de sus mensajes. Leí algunos fragmentos donde me pedía que le dijera si lo que decía una página web era verdad o mentira. Ojeé, obedientemente, la web en donde se daban los resultados del Primer Premio en el V Concurso Literario Bonaventuriano (versión de Poesía), organizado por la Universidad de San Buenaventura, de Cali, Colombia; el cual, curiosamente, él resultaba siendo el único ganador de más de 2463 escritores de 23 países. Que satisfacción tan grande sentí por él y por nuestro querido puerto “Chimbote” en ese momento. Luego del breve letargo le dije que sí era cierto, que él era el único ganador de ese premio y de un millón de pesos colombianos.

Después de una pequeña charla acerca de poesía y de la satisfacción de sentirse padre y escritor a la vez, hizo que él reaccionara y se diera cuenta del tiempo que estábamos perdiendo hablando de cojudeces, entre otras cosas.

Sus ganas de ir y compartir el triunfo con su familia y sobre todo con su hijo enfermo eran tan notorios que lo pude percibir en las lineas que me escribia. Nos despedimos con la conviccion de encontrarnos pronto en nuestro querido Chimbote y celebrar hasta ya no poder. Yo mientras tanto quedé aún prendido del computador, esperando que entrasen nuestros amigos para darles la noticia; aquella que me hizo comprender el motivo de su asistencia, no rutinaria, a esto que es el Internet…

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