El Nóbel que deslumbró
Hace unas cuantas semanas atrás murió Aleksandr Solzhenitsyn, escritor soviético que ganó el Premio Nóbel de Literatura en 1970, que para la ira del entonces gobierno soviético, tuvo la idea de considerarlo como un traidor, pero ¿traidor de qué? Si la literatura es sólo muestra de libertad y, eso no se puede cambiar por más poder que exista sobre la faz de la tierra.
La noche que me enteré de la muerte de Aleksandr Solzhenitsyn, me sorprendió mucho ya que siempre anduve al tanto de lo que pasaba con su vida, y no sólo la de él, sino que también andaba inmiscuido en la investigación genérica de la obra de los Premios Nobel.
La noticia me llegó gracias a un amigo que me comentó vía Messenger acerca de la muerte de un escritor ruso el cual no recordaba el nombre, así que yo muy voluntariosamente me dediqué a divagar entre la Web tratando de encontrar la respuesta a la incógnita que se había desatado en ese entonces en el interior de mi descuidada habitación que me servía como estudio. Mi sorpresa fue enorme cuando leí que los encabezados despedían de forma solemne a aquel escritor soviético que había luchado contra el entonces régimen de la Unión Soviética, declarándosele así de forma agresiva como un traidor nacional, y llevándole de esta forma al exilio.
La obra novelística de Solzhenitsyn, puesto a no ser muy vasta, supo guardar aquella indispensable tradición rusa, la cual se encuentra en la mayoría de sus libros, en especial el retrato tan áspero que reflejó su Ensayo de Investigación Literaria “El Archipiélago GULAG” libro que denuncia la estructura de represión del estado estalinista y sus inicios en el leninista en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Éste libro fue redactado entre 1958 y 1967 en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, “reeducación” y exterminio (GULAG) que depositaron en él la triste historia de sus vidas.
Aunque han pasado algunas semanas de su deceso, no quise dejar pasar por alto esta oportunidad para escribir sobre un hombre que supo mostrar esa crudeza para reventar a la realidad de éste mundo. Es por eso qué éste breve comentario está dedicado a Solzhenitsyn y a la literatura.
La noche que me enteré de la muerte de Aleksandr Solzhenitsyn, me sorprendió mucho ya que siempre anduve al tanto de lo que pasaba con su vida, y no sólo la de él, sino que también andaba inmiscuido en la investigación genérica de la obra de los Premios Nobel.
La noticia me llegó gracias a un amigo que me comentó vía Messenger acerca de la muerte de un escritor ruso el cual no recordaba el nombre, así que yo muy voluntariosamente me dediqué a divagar entre la Web tratando de encontrar la respuesta a la incógnita que se había desatado en ese entonces en el interior de mi descuidada habitación que me servía como estudio. Mi sorpresa fue enorme cuando leí que los encabezados despedían de forma solemne a aquel escritor soviético que había luchado contra el entonces régimen de la Unión Soviética, declarándosele así de forma agresiva como un traidor nacional, y llevándole de esta forma al exilio.
La obra novelística de Solzhenitsyn, puesto a no ser muy vasta, supo guardar aquella indispensable tradición rusa, la cual se encuentra en la mayoría de sus libros, en especial el retrato tan áspero que reflejó su Ensayo de Investigación Literaria “El Archipiélago GULAG” libro que denuncia la estructura de represión del estado estalinista y sus inicios en el leninista en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Éste libro fue redactado entre 1958 y 1967 en la clandestinidad y sin archivos, partiendo de la propia experiencia del autor y la de más de dos centenares de testimonios orales de aquellos compañeros de campos de concentración, prisión, “reeducación” y exterminio (GULAG) que depositaron en él la triste historia de sus vidas.
Aunque han pasado algunas semanas de su deceso, no quise dejar pasar por alto esta oportunidad para escribir sobre un hombre que supo mostrar esa crudeza para reventar a la realidad de éste mundo. Es por eso qué éste breve comentario está dedicado a Solzhenitsyn y a la literatura.
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